Para terminar el año voy a criticar el uso y abuso en los medios de un paper de Frey y Osborne de 2013. El trabajo se llama “The future of employment: How susceptible are jobs to computerisation”. El domingo de la semana pasada en la revista de La Nación Santiago Bilinkis lo cita en una nota sobre qué elegimos estudiar. Sebastián Campanario lo citó al menos tres veces en su columna en el mismo diario. La última en julio al comentar un debate que tuvo lugar en la UBA sobre avance de la tecnología y de la inteligencia artificial en el mundo del trabajo. En dicha nota resume el “aporte” de Frey y Osborne:
Y en cualquier polémica de este campo surge la cita obligada al trabajo de los profesores de Oxford Carl Frey y Michael Osborne, quienes relevaron la tasa de sustitución de máquinas por humanos en cada una de las 702 ocupaciones que releva la secretaría de empleo de los Estados Unidos y llegaron a la conclusión de que el 47% de los puestos podrían ser desafiados por robots o inteligencia artificial en los próximos veinte años.
El bendito 47% lo repiten todas las notas locales e internacionales sobre el tema. Pero no se de nadie que se haya tomado el trabajo de leer críticamente al mismo para darse cuenta que dicho número es cualquier cosa menos científico.
Frey y Osborne se basan en la metodología de un trabajo de Autor, Levy y Murnane publicado en 2003 en el Quarterly Journal of Economics. Allí estiman el cambio en la composición de tareas laborales que se produjo entre 1960 y 1998 en la medida que las computadoras sustituyen y complementan a trabajadores en tareas cognitivas y manuales. Encuentran que las computadoras reducen el insumo laboral en tareas rutinarias y lo aumentan en tareas no rutinarias.
Frey y Osborne tratan de extrapolar, hacia el futuro, cuantas tareas, y por ende trabajos, son susceptibles de ser reemplazados por computadoras. Su objetivo es ver qué fracción del empleo en EEUU está en riesgo de volverse obsoleto en el futuro cercano. Pero en lugar de contar con datos objetivos como Autor et al, tienen que basar su análisis en estimaciones. Y acá viene el talón de Aquiles que copio (página 30 del paper)
To work around some of these drawbacks, we combine and build upon the two described approaches. First, together with a Group of ML researchers, we subjectively hand-labelled 70 occupations, assigning 1 if automatable, and 0 if not. For our subjective assessments, we draw upon a workshop held at the Oxford University Engineering Sciences Department, examining the automatability of a wide range of tasks. Our label assignments were based on eyeballing the O*NET tasks and job description of each occupation… The hand-labelling of the occupations was made by answering the question “Can the tasks of this job be sufficiently specified, conditional on the availability of big data, to be performed by state of the art computer-controlled equipment?”
Las negritas son obviamente mías. No es la primera vez que un trabajo poco serio tiene mucha repercusión mediática. En este caso es comprensible dada la relevancia del tema, tal y como lo aborda por ejemplo Bilinkis en la nota citada.
Aún cuando a muy largo plazo todas las profesiones están amenazadas, a corto plazo algunas están mucho más en riesgo que otras. Tal vez sea por eso que en el intercambio con la audiencia luego de mis conferencias frecuentemente personas en la audiencia consulta mi opinión sobre qué carrera deberían elegir o recomendarle a sus hijos que elijan.
A pesar de que los ingresantes actuales a la universidad son ya nativos digitales nacidos alrededor de 1997, cuando se observan los datos de elección de carrera sorprende ver la gran brecha entre las profesiones que más necesita el mundo hoy y las que mayoritariamente eligen los jóvenes. Una década y media dentro del siglo XXI, seguimos escogiendo carreras del siglo XX.
El desafío de incentivar a los jóvenes a estudiar carreras que serán relevantes en su vida laboral está presente en todo el mundo. Un ejemplo que conozco es el de Dinamarca, donde recientemente han modificado costos y beneficios de los estudiantes para disuadirlos de estudiar Humanidades. Y Frey y Osborne han agitado el avispero al asustar a la gente y a los gobiernos sobre la fragilidad incluso de carreras hoy consideradas sólidas. Pero a lo largo del año hubiera esperado que al menos un periodista, en lugar de repetir el mantra, leyera el paper y aclarara que el 47% es fruta.
Feliz año!