La crisis financiera, la Reserva Federal y los banqueros norteamericanos (I)

03/10/2011

Por Enrique Kawamura

Una de las discusiones más frecuentes en torno a la crisis financiera que comenzó en 2007 en EEUU es el rol de la Reserva Federal en la resolución de los problemas del sistema financiero del aquél país. Esta discusión se acentuó luego de las intervenciones de la máxima autoridad monetaria estadounidense en el sistema financiero, intervenciones que incluyeron una drástica reducción en la tasa que la Reserva cobra a las entidades financieras (de 4% a comienzos de 2008 a casi 0% a fines del mismo año), como también la adquisición de parte de la misma de distintos activos en poder de los bancos. La idea de estas intervenciones era tratar de reducir el problema de un mercado financiero disfuncional, en el que el volumen de transacciones parecía anormalmente bajo en esos últimos meses de 2008.

Los detractores de tales políticas argumentan que las mismas podrían exacerbar malos incentivos que podrían haber estado detrás de la gestación de la crisis. Sin embargo, una inspección superficial de los datos sugiere que tal vez tales decisiones de la Reserva Federal podrían haber cumplido su cometido al menos en parte. Hacia fines del primer trimestre de 2009 la sobretasa que pagaban las compañías comenzaba a caer con fuerza (del 3% a 2% anual). Más allá de un análisis más sistemático de causalidades, el lector al menos podría preguntarse si al menos existe alguna posible explicación lógica acerca de por qué tal tipo de intervención podría haber implicado semejante efecto.

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Operación Twister

23/09/2011

El miércoles la Reserva Federal anunció una nueva ronda de expansión cuantitativa. Esta vez la QE3 no implica la emisión de dinero para comprar bonos del Tesoro, sino el cambio en la madurez promedio de su portafolio comprando bonos de largo plazo y vendiendo bonos de corto. Según esta nota de The Economist:

[I]t announced it would purchase $400 billion of Treasury securities maturing in six to 30 years by next June, while selling an equivalent amount with maturities of three years or less. It also said it would maintain its mortgage-related holdings at current levels to support the housing market. Three of the ten voting officials dissented, as they did in August when the Fed said it expected to keep short-term rates near zero at least until mid-2013.

Buying long-term bonds by selling shorter-term issues is less aggressive than the Fed’s previous two rounds of “quantitative easing” (QE), in which it bought bonds with newly printed money. But the impact is similar. Lengthening the average maturity of the Fed’s $2.65 trillion portfolio reduces the supply of long-term bonds, nudging down yields.

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