Por Enrique Kawamura
Una de las discusiones más frecuentes en torno a la crisis financiera que comenzó en 2007 en EEUU es el rol de la Reserva Federal en la resolución de los problemas del sistema financiero del aquél país. Esta discusión se acentuó luego de las intervenciones de la máxima autoridad monetaria estadounidense en el sistema financiero, intervenciones que incluyeron una drástica reducción en la tasa que la Reserva cobra a las entidades financieras (de 4% a comienzos de 2008 a casi 0% a fines del mismo año), como también la adquisición de parte de la misma de distintos activos en poder de los bancos. La idea de estas intervenciones era tratar de reducir el problema de un mercado financiero disfuncional, en el que el volumen de transacciones parecía anormalmente bajo en esos últimos meses de 2008.
Los detractores de tales políticas argumentan que las mismas podrían exacerbar malos incentivos que podrían haber estado detrás de la gestación de la crisis. Sin embargo, una inspección superficial de los datos sugiere que tal vez tales decisiones de la Reserva Federal podrían haber cumplido su cometido al menos en parte. Hacia fines del primer trimestre de 2009 la sobretasa que pagaban las compañías comenzaba a caer con fuerza (del 3% a 2% anual). Más allá de un análisis más sistemático de causalidades, el lector al menos podría preguntarse si al menos existe alguna posible explicación lógica acerca de por qué tal tipo de intervención podría haber implicado semejante efecto.