La macro está en orden. La micro es una mierda

30/07/2018

Estuve en Buenos Aires tres semanas. Y un día en Montevideo. Me encontré con un clima caldeado a pesar de las olas de frío y el cielo inusualmente gris. Casi todas las personas con las que hablé tenían el ánimo por el piso y esperaban lo peor, mientras que en mi opinión la crisis de confianza estaba mayormente superada. Pero esta disparidad no me llamó mucho la atención pues los argentinos tendemos a ser muy ciclotímicos. Muchos analistas que hasta hace poco veían mayormente las cosas buenas del gobierno, ahora solamente ven las malas. La realidad es que no estábamos tan bien antes, ni estamos tan mal ahora. El vaso sigue lleno hasta la mitad.

Desde noviembre del año pasado el peso se devaluó un 60% mientras que el acumulado de inflación desde fines de 2017 es 16% (aunque la inflación mayorista en el mismo período ha sido de poco más de 30%). Todo indica que se creará un colchón de aumento del tipo de cambio real que ayudará a cerrar el déficit de balanza comercial. Si a esto le sumamos el ajuste fiscal que está en camino este año el país está bien encaminado en la macro y con la ayuda del paraguas del FMI debiéramos llegar al final del gobierno de Macri sin mayores zozobras.

No tiene hoy mucho sentido lamentarse y preguntar porqué en el gobierno esperaron a que los mercados les bajaran el pulgar para anunciar que se podía cerrar 2018 con un déficit primario de 2,7% en lugar de 3,2% (la respuesta es obvia, estaban «peleando» para ver quién se quedaba con esa torta). Aunque sería interesante entender porqué en lugar de realizar un ajuste fiscal más agresivo que podría haber generado efectos macroeconómicos negativos vía aumento de la incertidumbre (e.g. si el gobierno va a echar un 10% de los empleados públicos, una gran parte de estos tiene miedo de ser afectados y reducen sus consumos), se eligió un camino que tenía alta probabilidad de terminar, como sucedió, en un aumento de la inestabilidad que afecta a todos. Incertidumbre o inestabilidad. Esa es la cuestión, y en Argentina siempre terminamos con lo segundo.

Y esto me da pie para el segundo elemento del título de esta nota. El país está plagado de distorsiones micro que nadie parece poder corregir. En lugar de enumerarlas me concentraré en dos ejemplos. Hace diez años, cuando Macri era jefe de gobierno en la Ciudad, se anunció que en las veredas se iban a reemplazar las baldosas por cemento y hormigón. Se hizo parcialmente en unos barrios, pero por varios motivos no se extendió esta solución práctica y económica a toda la ciudad. Presión de los vecinos? De los fabricantes de baldosas? En todo caso aprovechando que ha llovido mucho estos días, el lector habrá observado que no solo hay una enorme cantidad de baldosas rotas, sino también flojas.

El otro ejemplo es la persistencia, e institucionalización, del cartoneo. Seguir permitiendo que se revuelvan los contenedores de basura hace que el centro de Buenos Aires, donde estuve parando este viaje, se vea sucio y feo. Y junto con los cartoneros se mezclan rateros (además de las ratas que atrae la basura desperdigada por el suelo) que el gobierno no puede/quiere/sabe como impedir que roben y agredan al resto de la población. En tres semanas vi un par de ladrones subir por una puerta de un colectivo para sacarle el celular a una mujer y bajarse por la otra. Y una mujer con un fuerte golpe en la cabeza por defender su cartera. Si eliminamos los cartoneros será más fácil identificar a los rateros. Se me acusará de insensible pero, ya van 16 años de la (gran) crisis que multiplicó esta lacra del cartoneo! Es que vamos a esperar que alcancemos el nivel de vida del primer mundo para actuar? Nunca va a suceder (ni lo uno ni lo otro).

Recientemente una distorsión cedió. Por el peso de las expensas el gobierno de la Ciudad aceptó que la fumigaciones no se hagan en forma mensual (de paso, en Madrid se hacen una vez por año). Espero que pronto lo mismo suceda con las inspecciones de ascensores (en Copenhague se hacen cada tres años, claro que no hay ascensores viejos), y otras regulaciones ridículas que afectan la administración de consorcios. El costo país está formado no solamente por los excesivos impuestos que paga el sector formal, sino también por la maraña de regulaciones y distorsiones que actúan como la piedra del Sísifo emprendedor nacional. Por ello, por más que la macro esté (temporalmente) en orden, no hay que esperar que la recuperación del «segundo semestre» vaya a dar, cuando llegue, para festejar mucho más que lo que hicimos en Rusia el mes pasado.

EXPOST: Para ver que tan mal está la micro en el país, en el diario de hoy van estas dos perlitas. 1) Jorge Lanata denunció que hay 3000 ñoquis en el Astillero Río Santiago, y muchas cabezas pensantes salieron en defensa de esta «empresa». 2) El fiscal Jorge Di Lello pidió que se suspendan las operaciones del aeropuerto El Palomar, cuando debería limitarse a determinar las condiciones de seguridad operativa de Flybondi (mezcla manzanas y peras). Argentina potencia. 

 


La Argentina del faltante

30/12/2010

El título de este post, el último del año, creo será uno de los slogans de la futura campaña como precandidato a presidente de Ernesto Sanz, quien en una entrevista radial dijo:

Estamos en la Argentina del faltante; faltante de nafta, billetes, seguridad y falta veracidad por parte del gobierno que insiste todos los días en buscar culpables y responsables de sus propias incapacidades.

Palabras que ayer fueron recogidas en La Nación. Yo creo que Sanz es el mejor candidato que tiene la UCR, y me animaría a decir del conjunto de dirigentes políticos que hay actualmente en el país.

El objetivo del post no es hablar de Sanz, sino de uno de los faltantes que menciona: la nafta, la cual según esta nota de hoy en La Nación ya está siendo racionada. Ayer por la tarde logré llenar el tanque de mi auto, y por suerte la tercera estación que busqué tenía combustible y solamente tuve que esperar 20 minutos (por via privada, y a cambio de un honorario de consultoría, les paso el algoritmo de búsqueda óptima). Antes de salir a buscar nafta fui a la peluquería y mientras me cortaban el pelo estuve pensando en el costo de bienestar de tener que pasar todos los fines de año preocupados por temas como no dejar el auto con el tanque vacío, y que lo que tiene que estar casi vacía es la heladera por si nos cortan la luz. ¿Por qué falta nafta?

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