Ideas para un plan, 1

30/03/2023

Está por empezar la campaña electoral con un panorama abierto, no por el ganador sino por el modelo de país para el futuro, como no se veía desde 2003. En aquel entonces la elección presidencial que terminó coronando, por abandono, a Néstor Kirchner tuvo lugar luego de una crisis que comenzó en enero de 1999 en Brasil y que explotó tres años más tarde. Ahora estamos en otra crisis cuyo comienzo es más difuso y cuya explosión todavía no tuvo lugar.

Con la reciente renuncia de Mauricio Macri a ser un pre-candidato por JxC se empieza a despejar el juego en el espacio del que, con altísima probabilidad, surgirá el próximo presidente. Pero a menos de siete meses de las elecciones la oposición no ha presentado todavía un plan de gobierno. Hay solamente ideas vacías y expresiones de deseo. Y en mi opinión JxC ya me (nos?) engañó una vez y no le daré mi voto simplemente porque no hay mejor alternativa. Al igual que en 2019 anticipo que en tal caso votaría en blanco.

Entiendo que sea difícil hacer campaña sobre el caballo del ajuste. Pero de ahí a considerar los necesarios recortes del gasto público como una singularidad aberrante (una especie de agujero negro) que debe ser negada o abjurada hay un trecho. Es cierto que este año, a diferencia de 2015, la discusión shock o gradualismo parece haber pasado de «el mínimo shock necesario», a «el máximo shock posible». Pero hay dos problemas. Por un lado, y como dije arriba, no se explicita el ajuste. Por otro lado un gran shock sin un plan integral es, bueno, solamente un shock.

En esta, y en una serie de notas a publicar en los próximos meses, quiero contribuir a la construcción y explicitación de un plan. Partamos de la base que la Argentina tiene hoy nula credibilidad que le impide explotar a fondo sus riquezas. Conjeturemos que estas riquezas podrían, en caso de ser utilizadas de acuerdo a su potencial, duplicar el nivel de producto per capita del país (veremos al final de esta serie de notas si la conjetura es realista o no). Con este incentivo, y la mencionada restricción, veamos qué se puede hacer.

La Argentina tiene hoy un instrumento para ganar credibilidad en poco tiempo. Consiste en ratificar el acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur. Ya escucho las voces críticas diciendo que muchos sectores industriales del país saldrán perdiendo y que numerosas empresas terminarán en la quiebra condenando a multitudes de trabajadores al desempleo. Mi primera reacción es decir «¿y qué?» condensando la bronca que me despiertan estos pseudo-industriales cuya única ventaja comparativa es en hacer lobby.

Es cierto que el principio de acuerdo comercial podría ser más ventajoso para la Argentina pero la realidad es que refleja un compromiso entre 27 países por la UE y 4 por el Mercosur. Nuestro acuerdo «ideal» no tendría consenso. Aferrarse a él equivale a negar un acuerdo y permanecer aislados del mundo. Aceptarlo con sus imperfecciones equivale a tomarlo como Norte que guiaría el desarrollo económico del país por los próximos veinte años. Y es en esta faceta normativa que el acuerdo es extremadamente valioso pues ordena expectativas y actúa como lo fue la convertibilidad en 1991: una espada que corta un nudo gordiano (la hiperinflación en ese entonces, la nula credibilidad hoy).

Para ser modernos va un breve resumen del acuerdo comercial obtenido via una serie de consultas con Chat GPT, con énfasis en el sector agropecuario y las retenciones:

El acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur establece un marco para el comercio de productos agropecuarios entre ambas partes. En términos generales, el acuerdo permite a los productos agropecuarios del Mercosur acceder a los mercados de la UE sin ser penalizados por aranceles aduaneros, lo que significa que los productos sudamericanos pueden ser vendidos más fácilmente en Europa.

El acuerdo incluye una lista de productos agropecuarios que estarán sujetos a reducciones arancelarias o a la eliminación completa de las tarifas aduaneras, y también establece un sistema de cuotas para ciertos productos agropecuarios sensibles. Estas cuotas se establecen para proteger a los productores europeos de una posible inundación de productos agropecuarios importados, y se limitan a productos que se consideran sensibles. Entre los productos agropecuarios sujetos a cuotas se encuentran:

  • Carne bovina
  • Azúcar
  • Productos lácteos
  • Maíz
  • Soja

El acuerdo prevé la eliminación gradual de las retenciones aplicadas por el Mercosur a una amplia gama de productos agrícolas e industriales exportados por la UE. Esta eliminación se llevará a cabo de manera progresiva y se completará en un plazo determinado. Además, el acuerdo establece medidas para prevenir la imposición de nuevas retenciones en el futuro, y para solucionar cualquier disputa que surja con respecto a las retenciones existentes.

Las cuotas a las principales exportaciones agropecuarias del país han servido de excusa para criticar el acuerdo. Excusa de los pseudo-industriales, no de los productores agropecuarios y la agroindustria. En forma similar, la eliminación de las retenciones es una de las principales razones por las cuales la «casta» política rechaza el acuerdo pues le quita una de sus principales fuentes de financiamiento (aunque hoy en día con los desarrollos informáticos y de imagen satelital el cobro de impuestos a la producción agropecuaria debiera ser cosa de coser y cantar).

Pero esta es una visión de equilibrio parcial, que no tiene en cuenta las avenidas de desarrollo que se le abren al país si se ve obligado a un sendero de reducción y eventual eliminación de las retenciones. Durante décadas en la Argentina vivimos aferrados a una idea postulada en 1962 por Guido Di Tella y Manuel Zymelman: El desarrollo del país estaba estancado porque se había agotado la renta en la frontera y por ende la red ferroviaria para explotarla había dejado de expandirse. La solución pasaba por pasar a desarrollar el sector industrial.

Por décadas a nadie se le ocurrió que la causalidad podría ser inversa, que por motivos ajenos al país la red ferroviaria había dejado de expandirse y eso impedía la continuidad del desarrollo agropecuario. Y es que los ferrocarriles, como es bien sabido, eran propiedad de inversores británicos y, o casualidad, estas inversiones comenzaron a ralear a partir de la Primera Guerra Mundial. Coincidencia o causalidad?

Argumentos académicos al margen nadie postula hoy en día que la frontera agropecuaria permanece inalterada. Los progresos tecnológicos en el cultivo de la soja han extendido su cultivo en el norte del país con la deforestación masiva de la selva chaqueña (como en temas ambientales referidos a la minería o el uso de técnicas de fracking para la explotación de yacimientos shale creo que se puede encontrar un balance, pero no es el punto esencial de esta nota). De manera que la frontera se expande.

Ahora bien, con la reducción de retenciones será posible que áreas hoy consideradas marginales se vuelvan productivas, expandiendo aún más la frontera. Pero ¿con qué recursos construiremos la infraestructura necesaria para hacer realidad ese potencial? Es acá donde podemos poner patas arriba las cuotas que requiere la UE para firmar el acuerdo. Para ello hay que mirar hacia otro continente.

Hace unas semanas en The Economist publicaron una nota sobre las relaciones entre nuestro país y China. Comienza diciendo que en 2018 China aceptó abrir sus mercados a la carne argentina para encontrarse con el cierre intempestivo de las exportaciones en 2021. La esencia de la nota está resumida en este párrafo:

Cleverer engagement would yield huge benefits. Argentina desperately needs capital; China has deep pockets. China craves minerals; Argentina has mountains of them. Rather than exploit those economic opportunities, Argentina’s current government of prickly left-leaning Peronists has given priority to political and diplomatic ties with China, which alarms the United States. A more pragmatic one would seek to get along well with both big powers, while taking full advantage of the way the Argentine and Chinese economies complement each other. Argentina’s next national election, due in October, may bring such a government to power.

Entonces el país podría argumentar que la limitación de sus exportaciones agropecuarias a la UE, sumada al incentivo a la producción de la reducción de las retenciones crea una oportunidad para que capitales chinos vengan a invertir en la infraestructura necesaria para que áreas marginales puedan llevar su producción a bajo costo a los principales puertos del país, de donde serían exportadas a China. Es decir, recrear la relación simbiótica que tuvimos con el Reino Unido, ahora con China. Y al hacerlo en el sector primario no despertar la ira de los Estados Unidos.

Con la UE tendremos una alianza comercial que vertebraría el desarrollo del país (la industria se expandiría en ciertos sectores y contraería en otros, hay años para suavizar esta transición). Con China tendríamos una alianza de inversión en infraestructura que nos permitiría ir más allá de lo que podríamos hacer solamente con la UE. Y los EEUU mantendrían su rol de inversores en otros sectores y proveedores de financiamiento como lo han hecho hasta ahora, mirando con reojo los lazos con China, pero agradeciendo la mayor estabilidad en las relaciones. Win, win, win.

EXPOST: en los comentarios mantengo un diálogo con chofer fantasma en el que él cuestiona que China hoy tenga recursos para invertir como en el pasado. Le respondo que la Argentina hace tan mal las cosas que el margen para atraer capitales es grande. Pocos días después Diego Cabot escribió esta nota en La Nación donde muestra con números lo distorsionada que está la logística en el país. Además me imagino que frente a Xi Jinping los Moyano arrugan.


El blog (cuasi) en The Guardian

11/03/2021

Hace un año la pandemia cerró las economías de todo el mundo. Exactamente hace un año dí mi última clase presencial en Copenhague y desde entonces no he podido volver a mi oficina (vivo en Madrid). El 19 de marzo, en la segunda entrada dedicada al coronavirus escribí lo siguiente:

Empecemos notando como la génesis de este nuevo virus podría tener determinantes económicos. Se especula que el contagio entre humanos se originó en un cerdo salvaje que fue vendido en un mercado en Wuhan, y que habría sido infectado por un murciélago. Hace pocos meses la cría de cerdos en China, uno de sus principales alimentos, había sido afectada por un virus que no representaba un problema para los humanos. Esto redujo significativamente la producción y condujo a un aumento en el precio de cerca del 70%.

Quizás algunos lectores recuerden que esto se veía como una oportunidad para otros productores, entre ellos los argentinos (probablemente no, porque con la crisis autóctona, y las elecciones de octubre, las neuronas no daban para tanto). Los que seguro vieron una oportunidad fueron quienes podían cazar y comercializar cerdos salvajes ante autoridades y regulaciones que, probablemente, se volvieron más laxas dada la escasez. Así llegó el virus a un mercado en Wuhan.

Hoy leí una nota en The Guardian que hace más o menos el mismo razonamiento, basado en un estudio académico:

An outbreak of a deadly pig disease may have set the stage for Covid-19 to take hold in humans, a new analysis has suggested. African swine fever (ASF), which first swept through China in 2018, disrupted pork supplies increasing the potential for human-virus contact as people sought out alternative meats.

Pork is the main meat source in the Chinese diet, and the country produces half of the world’s pigs, which generate roughly 55m tonnes of pork annually, forming an industry worth more than $128bn (£98bn). The ASF outbreak had spread across most of China by the fourth quarter of 2019. The disease is untreatable and incurable. Once it takes hold, the only solution is to kill infected animals.

The dramatic drop in pork supply, after restrictions on movement of pigs and culling led to price rises, escalated demand for alternative sources of meat to be transported nationwide. These sources included wild animals, thus greatly increasing opportunities for human-coronavirus contact, a team of researchers from China and the UK have suggested in a yet to be peer-reviewed analysis.

Aprovecho para recordar que hace exactamente diez años Japón sufrió un tsunami que produjo el accidente de la planta nuclear de Fukushima. Afortunadamente ese «evento» no terminó en una fusión nuclear à la Chernobyl. Esperemos que en un año no tengamos que lamententar daños colaterales de recalentamiento del paquete de estímulos fiscales que ha sido aprobado por el Congreso de EEUU, casi en coincidencia con este aniversario. Para mantener la analogía, esperemos no tener una hecatombe de la inflación núcleo norteamericana.


Perspectivas económicas de Trump

27/12/2016

Ayer se fue Prat Gay del gobierno y fue reemplazado por Luis Caputo y Nicolás Dujovne. No me parece que fragmentar el ministerio de Economía sea parte de la solución, y no creo que Prat Gay fuera (todo) el problema. Pero hoy no voy a hablar de la Argentina sino de Estados Unidos.

La designación de Rex Tillerson y otros funcionarios clave (Wilbur Ross en comercio y Peter Navarro como consejero de comercio) anuncian que Donald Trump orientará su administración fronteras adentro. Esto no quiere decir que va a cerrar la economía y «vivir con lo nuestro», como algunos fanáticos del proteccionismo argentino deliran. Lo que quiere decir es que la globalización, que de facto estaba golpeada como se desprende de la pérdida de dinamismo del volumen de comercio en los últimos dos años, queda en el freezer.

La decisión de Trump de abandonar el acuerdo Trans Pacífico de Cooperación Económica (TPP) marca de jure este golpe a la globalización, y significó la muerte de este acuerdo. Es interesante que al mismo tiempo que toma esta decisión, Trump sale con los tapones de punta contra China. La muerte del TPP deja a este país, que empuja su propio acuerdo comercial regional, con el monopolio geopolítico de Asia.

Para el mundo el freno de la globalización genera desafíos importantes. Para la Argentina no. En efecto nuestro país está tan cerrado que su apertura potencial no se ve casi afectada. Y su apertura políticamente factible está intacta. De hecho la Argentina se beneficia ya que terceros mercados que renieguen del proteccionismo nos verán con mejores ojos y tendrán más disponibilidad para negociar con nosotros. Bien leído, el proteccionismo de Trump mejora la carta negociadora del país con los mercados realistas (léase no EEUU ni EU que se cierran por Trump y Brexit).

En otro orden, se espera una política fiscal expansiva que obre a través de una reducción de impuestos (se especuló con un boom de inversiones en infraestructura pero esa idea, coherente con el pasado empresarial de Trump, hoy tiene pocos amigos en el Congreso). Esto aumentará la demanda agregada, impondrá presiones a la Reserva Federal a subir más rápidamente las tasas de interés, y apreciará el dólar. La suba de tasas de interés en términos reales será baja pues responde a expectativas de mayor inflación. La regla de Taylor nos dice que la tasa real subirá, ya que una política monetaria activa sube la tasa nominal más que lo que suben las expectativas de inflación. Pero como ya dije antes, el efecto para Argentina será leve. 

De hecho, la apreciación del dólar debiera ayudar a la Argentina, si es que logra perder el miedo a flotar, léase a que los productores locales super protegidos remarquen los precios con la cotización del dólar. En efecto, la apreciación del dólar equivale a la depreciación del peso y la ganancia legítima de competitividad. Cuando el dólar se apreció fuertemente a finales de los noventa, la Argentina (y la mayoría de los países de Latinoamérica) no se benefició porque tenía tipo de cambio fijo con lo cual el peso se apreció a la par del dólar respecto del resto del mundo. El problema es que no estamos en condiciones de flotar libremente ya que no tenemos credibilidad (monetaria, fiscal, estabilidad de normas, etc.). 

Finalmente, para lograr cumplir con la promesa «make America great again», se especula con una reforma tributaria que le dé a empresarios norteamericanos incentivos a repatriar beneficios que consiguieron en el extranjero y mantienen en esas filiales. El objetivo de Trump es transformar ese capital en inversión productiva manufacturera en EEUU. Y que de esa manera su base de votantes blancos poco calificados logren un aumento salarial que los ayude a recuperar el terreno perdido durante los últimos 30 años (o recuperen su empleo si lo perdieron contra la competencia china).

Lo primero es muy probable. Lo segundo no. Si multinacionales que trasladaron su producción (toda o en parte) al extranjero deciden revertir esta decisión por incentivos fiscales lo más probable es que adopten nuevas tecnologías de producción intensivas en robots. De esta manera mientras que hace 30 años la compañía X empleaba a 1000 operarios que despidió para producir en Asia, si decide volver a los EEUU solamente contratará 10 o 20. Por supuesto que esto no se va a notar en el corto plazo y si lo único que se ve en los próximos dos años son los anuncios de repatriación de capitales, a los republicanos les puede llegar a ir muy bien en las elecciones de medio término, aunque estén hundiendo al país a más largo plazo. La situación opuesta a la enfrentada por el oficialismo en Argentina. 


Pronóstico 2016: factores externos

11/02/2016

Voy a realizar un pronóstico para la evolución de la macro argentina este año en etapas, comenzando hoy con la economía global y la semana que viene con los factores políticos domésticos que afectan el grado de incertidumbre para la toma de decisiones en el sector privado. Finalmente dentro de dos semanas sintetizaré el análisis del impacto que espero tengan estos factores sobre la economía local.

El mundo muestra señales confusas, con varias luces verdes, otras tantas amarillas y algunas rojas. Estamos a mitad de camino entre el viento de cola del superciclo de commodities y el frenazo de la Gran Recesión. Veamos las regiones de más a menos.

En EEUU la situación económica es buena, al punto que la Reserva Federal comenzó en diciembre a subir las tasas de interés. El desplome de las bolsas hizo que algunos cuestionaran si no fue prematura la medida de la Fed. Es cierto que el aumento de tasas de interés mecánicamente se traduce en menores valores presentes descontados y por ende en menores cotizaciones bursátiles de activos financieros. Por eso para que el cuestionamiento tenga sentido tiene que haber sido el caso que el aumento de tasas (esperado, más que el mínimo registrado en diciembre) afecte negativamente la demanda agregada y afecte el flujo de fondos esperado (o porque la política contractiva, al fortalecer el dólar reduce el valor en dólares del petróleo, afectando la situación contable de bancos con alta exposición en el sector). Es difícil determinar esto, máxime cuando la situación de las bolsas mundiales se ven afectadas por otros factores externos que ya mencionaré (China y petróleo). Pero mientras los indicadores de empleo sigan positivos sigo pensando que la decisión de suba de tasa es correcta. Esto no quita que el mayor riesgo sea que la política monetaria sea excesivamente contractiva frente a shocks externos negativos. [Aclaración: en mi opinión el circo de las primarias para las elecciones presidenciales de noviembre, y la posibilidad de tener como candidatos a Trump/Cruz y Sanders no me preocupa. Si los candidatos son estos, se presentaría Bloomberg y ganaría. Si uno de los dos partidos presenta un moderado, gana éste.]

En Europa la situación es mediocre. Desde que el Banco Central Europeo inició una política de QE, seguida recientemente por la decisión de tener tasas negativas (cobrarle a los bancos para que mantengan depósitos en el ECB), la política monetaria logró evitar que se profundice la crisis de confianza en el euro. Pero los gobiernos nacionales enfrentan serias restricciones política para llevar a cabo políticas fiscales que terminen de sacar a la región adelante. Las restricciones mayormente se deben al auge de partidos nacionalistas y populistas que en algunos casos incluyen en sus plataformas la disolución de la UE. Veamos el cimbronazo que Tsipras provocó desde Grecia el año pasado, o el referendum que este año debiera haber en el Reino Unido. En menor escala los desafíos vienen del surgimiento de nuevos partidos al poder, como de nuevo el caso de Grecia con Syriza, o España con Podemos (y en menor medida Ciudadanos). Por ende, el mayor riesgo en Europa es político: que ante el desafío de un shock la UE no logre acordar las políticas necesarias.

China está haciendo la transición a un modelo de crecimiento basado en el consumo interno. El problema es político pues las elites del PC chino son conscientes que esta estrategia termina inexorablemente con el emponderamiento del consumidor votante, lease en la transición a una democracia inclusiva. Pero las elites también saben que si no cambian de modelo el crecimiento se va a estancar y los ciudadanos pueden llegar a levantarse en una revolución. De manera que el gobierno trata de hacer una sintonía fina en la cual se maximice el tiempo necesario hasta que pierdan el poder (vía transición democrática). Nótese como esto implica que el gobierno chino ya no se beneficia del crecimiento a tasas chinas. Por ende no debe sorprendernos que el PBI chino no vuelva a crecer como lo hizo en el pasado. Igual para el resto del mundo lo que importa es la contribución del crecimiento chino a la demanda agregada. Por ejemplo, cuando China representaba el 5% del PBI mundial, un crecimiento al 10% implicaba un aumento del 0,5% al PBI mundial. Una China más grande, digamos del 10% del PBI mundial tiene el mismo efecto en la demanda agregada con un crecimiento del 5%. El mayor riesgo en China es que ante el desplome de las bolsas chinas, el gobierno tome medidas contradictorias que aumenten la incertidumbre.

En el caso de Brasil, está experimentando la peor recesión de su historia. Para colmo lo está haciendo con un gobierno muy débil con poca credibilidad para tomar las medidas de ajuste necesarias

This month Ms Rousseff dared to acknowledge that Brazilians retire too early (at 55 for men, on average). In effect she admitted that the government cannot stabilise its finances if it continues to devote 40% of (non-interest) spending to pensions. But she backtracked in the face of resistance from her party and the unions. Raising the retirement age would be unacceptable, declared the PT this week.

This will make it much harder for Nelson Barbosa, the newly appointed finance minister, to contain the budget deficit, which is close to 10% of GDP. His main idea is to reintroduce a financial-transactions tax, which is loathed by business but popular among Ms Rousseff’s left-wing allies. But this would raise just 10 billion reais ($2.5 billion) in extra revenue, a fraction of net government borrowing, expected to be 500 billion reais this year. Ms Rousseff wants to summon back a council of wise men and women, which she disbanded during her first term, to suggest reforms. That looks like a delaying tactic.

Si bien Brasil es un factor muy negativo para la Argentina en tanto que es el principal socio comercial del país, también hay que destacar las oportunidades de la crisis. El gobierno de Macri está tratando de atraer inversiones, las que para venir necesitan un acuerdo con los holdouts y un marco macro estable. Si se dan estas condiciones, sería posible atraer inversores desde el país vecino que estarían tentados por las mejores condiciones locales y las malas condiciones en su país. Es que para vender al Mercosur no importa tanto si se produce en Argentina o Brasil (no nos olvidemos que así fue como perdimos varias empresas entre 1999 y 2002). Sin embargo no creo que este efecto positivo compense la caída en el PBI de este año estimada en 3,5%, con lo cual Brasil representa la luz roja más importante para nuestro país. El mayor riesgo en Brasil es que Dilma Rousseff no logre las alianzas necesarias como para poder gobernar, y que aún si lo consigue no tenga suficiente respaldo para hacer el ajuste.

Mención aparte el crudo y las bolsas. El primero está sufriendo principalmente un problema de oferta: shale en EEUU, levantamiento de sanciones a Irán, y la necesidad de exportar más para tener igual entrada de divisas en el resto de la OPEP. En el mediano plazo el crudo más barato debiera tener un efecto positivo en la demanda agregada mundial ya que los países exportadores suelen tener una menor propensión marginal al consumo que los países importadores. Pero en el corto plazo se genera incertidumbre pues varias empresas del sector enfrentan la perspectiva de quebrar y eso puede generar efectos cascada si los bancos tienen una alta exposición a dichas firmas (recordemos que la Gran Recesión comenzó por la exposición de bancos a hipotecas subprime). La volatilidad observada en los mercados de valores responde a esta mayor incertidumbre sobre los potenciales efectos que el desplome del crudo tengan a través del sistema financiero internacional. Pero desde septiembre de 2008 al presente ya debiéramos de habernos acostumbrado a vivir en un mundo incierto.


Detrás de los nubarrones del G20

16/11/2010

El consenso en la prensa internacional es que la reunión de la semana pasada del G20 en Corea no mostró avances. Un análisis más profundo nos indica que era imposible que hubiese acuerdos, y que los líderes del este grupo de países participó más que nada de una serie de reuniones sociales para distenderse de sus problemas domésticos (dos ejemplos: Obama venía de una derrota electoral, Sarkozy al regresar se encontró con la dimisión en pleno de su gabinete).

Lo interesante es que todos los participantes llevaron quejas, que podríamos llamar «preventivas» (como la guerra preventiva de Bush). EEUU criticó los superavits comerciales de China y Alemania, y propuso, sin éxito, que se institucionalice un límite del 4% del PBI para los mismos (sin recordar que se opuso exactamente a esta medida cuando se crearon el Banco Mundial y el FMI, puesto que ese momento eran los norteamericanos los que tenían superávit). El resto de los participantes criticaron la decisión de la Reserva Federal de EEUU de profundizar la emisión de dinero en el marco de lo que se conoce como QE2 (por segunda ronda de «quantitative easing»).

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Keynes, Prebisch, o un poco de ambos

21/10/2010

En una interesante crítica a Krugman, Matías Vernengo, Profesor en la Universidad de Utah, sostiene que la receta atribuida a Prebisch, de ganar competitividad ya sea con devaluación o barreras arancelarias, solo sirve para países en desarrollo. Mientras países desarrollados, como los Estados Unidos, deberían seguir el recetario keynesiano de estímulo fiscal, o de lo contrario generarían desequilibrios globales complicando aún más el panorama mundial.

La virtud de Vernengo es mirar más allá de la frontera con México y analizar las consecuencias cruzadas que podría tener el freno estadounidense a las exportaciones chinas con el objeto exclusivo de reducir el déficit externo. Se producirían efectos secundarios no deseables en países como la Argentina, cuya exportación depende en gran medida de la demanda y el nivel de actividad del gigante asiático. A la larga, una menor demanda global, no ayudaría tampoco a EE.UU.

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China sube las tasas de interés

19/10/2010

En términos cuantitativos, la medida no es gran cosa: las tasas de interés suben 0.25 puntos porcentuales. Pero en un contexto politicamente cargado con acusaciones de guerras de divisas (como reportamos el viernes) las repercusiones pueden ser importantes.

Paul Krugman advierte en su blog que la medida, cuyo propósito es reducir presiones inflacionarias en China, i.e. un objetivo de política doméstica, tiene un efecto negativo en la demanda agregada mundial. Los mercados en NY le están dando la razón, con bajas de 1,75% a media tarde.

Martín