Enfermedad de los Países Bajos

14/04/2024

Anti(?)kirchnerismo de malos modales

03/04/2024

Los idus de enero

18/01/2024


Borrador de medidas económicas

14/12/2023

Ideas para un plan, 4

07/06/2023

En las anteriores entradas sugerí tomar la ratificación del acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur como la piedra angular sobre la cual reconstruir la credibilidad del país, e implementar una convertibilidad temporal para acelerar esta reconstrucción usando el potencial del país en el sector agropecuario, minería y petróleo para producir la «lluvia de inversiones» que no llegó hace ocho años. Pero como quedó dicho entrelíneas en la última entrada, fijar el tipo de cambio (o dolarizar) no sirve sin reformas que eliminen el déficit fiscal estructural.

En la entrada de hoy me abocaré a este punto, nada sencillo, del ajuste. Es interesante que según los medios los economistas de JxC estarían todos de acuerdo en que hay que hacer un fuerte ajuste fiscal y que el mismo debe ser hecho en forma de shock. Tomo como ejemplo esta nota de Jorge Fontevecchia en Perfil de hace diez días.

Los candidatos a presidente de Juntos por el Cambio, tienen visiones sobre la realidad diferentes, mientras que sus economistas parecen haber atravesado un proceso de homogeneización del pensamiento llamativo. No importa que sean radicales de Gerardo Morales o de Facundo Manes, del PRO de Rodríguez Larreta o de Patricia Bullrich, entre los economistas de Juntos por el Cambio pareciera haber solo halcones…

Juntos por el Cambio si realmente pretende ganar las elecciones, más aún, si pretende luego gobernar con éxito, debería abandonar la ideas económicas, financieras y monetaristas que caracterizaron a la presidencia de Macri y elaborar un plan heterodoxo que combine la estructura no recesiva del Plan Austral con las reformas que luego lo consoliden, sin generar en la población ajuste, y por el contrario, generando rápido alivio.

Además de acentuar su pluma partisana, Fontevecchia cae en el error común de imaginar un plan heterodoxo mágico que no genere ajuste, sino «rápido alivio». Pero este no es el punto que más me interesa de su nota, sino recalcar que aunque los economistas de JxC estén muy de acuerdo en las reformas que hay que hacer, los precandidatos a presidente piensan muy distinto y no me imagino a Gerardo Morales, para dar un ejemplo, apoyando un recorte de gasto o siquiera una apertura de la economía. Y como sabemos ni la política puede hacer lo que la economía no permite, ni la economía puede hacer lo que la política no quiere.

Todo plan de ajuste es doloroso para al menos un sector de la población. El truco está en maximizar el ahorro fiscal minimizando el costo (tanto de los que sufren el ajuste como el costo político de implementarlo). En este blog he escrito varias veces sobre la reforma del sistema de jubilaciones. Es una verdad casi universalmente aceptada que como está diseñado es inviable. Para repasar estas ideas el lector puede ver este viejo post de 2010 y buscar otros en el archivo.

A estas ideas agregaría una nueva, que consiste en pasar a un sistema de beneficio igual para todos los aportantes (siempre y cuando tengan el mínimo de años de contribuciones que sugiero deben ser 40). Esto haría al sistema mucho más redistributivo y la haría inmune a uno de los defectos de los gobiernos populistas: aumentar solamente la jubilación mínima. En el mundo la mayoría de los países que tienen sistema social de este tipo tienen menor gasto (pues en esencia se da una buena jubilación solamente a los trabajadores de bajos ingresos, digamos debajo de la mediana). Anunciar una reforma integral que contemple un beneficio uniforme reduciría en forma significativa el gasto previsional futuro y al ser robusta a shocks políticos afectaría positivamente las expectativas.

Otra verdad casi universalmente aceptada es que el gasto público es muy ineficiente. Esto permite reducir el gasto con poco costo. Un ejemplo fue el intento del gobierno de Macri de eliminar pensiones por invalidez que estaban flojas de papeles. Esa administración no supo comunicar lo que quería hacer y el intento terminó en la nada pero se puede plantear que todos los casos deben ser revisados antes de, digamos, seis meses para no perder el beneficio. El resto es diseñar adecuadamente la implementación para que sea factible tanto para el gobierno como para los beneficiarios legítimos.

Otro ejemplo es el de las pensiones no contributivas para madres de 7 hijos. Este viejo programa debió haber sido discontinuado luego de la implementación de la AUH pero el Estado (fofo?, bobo?) argentino dejó que lo siguieran desangrando. Una vez vi las planillas de gasto y me llamó la atención lo abultado de este rubro. Y eso que le dediqué 15-20 minutos, no me quiero imaginar lo que un grupo de jóvenes economistas motivados podrían encontrar para podar!

Las tarifas son un número cantado para subir, de nuevo en forma escalonada desde casi cero porque los aumentos en forma porcentual de pagar $1 a $20 generan titulares más dramáticos que los informes del frente de guerra en Ucrania. También eliminar el carácter perpetuo que tiene hoy en día los planes sociales (vale la penar recordar la nota por el décimo aniversario del blog en la cual hablé de esta racionalización de los planes sociales)

En cuanto a los impuestos no soy partidario de realizar grandes bajas hasta no haber podido bajar en forma consistente y persistente el gasto (en viejas notas repetidamente critiqué al gobierno de Macri por aumentar el gasto y bajar impuestos al comienzo de su gestión). Si se firma el acuerdo comercial con la Unión Europea las retenciones van a bajar en el futuro. No las bajaría antes que sea necesario y aprovecharía los últimos años de esta renta para acolchonar y suavizar el ajuste.

Hay que sincerar que el impuesto a la ganancia es un impuesto a los ingresos que debiera ser pagado por una parte importante de los trabajadores (al menos el 40%). En parte es un problema de nombre ya que el salario no es una ganancia, y en parte es un problema que nadie quiere pagar impuestos (pero porqué nadie chilla por las contribuciones solidarias a los sindicatos y otros descuentos en el salario?). Pero esta batalla cultural vale la pena pelearla. Sugiero cobrar una alícuota baja y que suba en forma muy gradual con un techo relativamente bajo.

Este es solo un rosario de ideas para balancear las cuentas públicas. Lo importante es que el próximo gobierno esté convencido que el tiempo de las fiestas populistas se ha terminado (al menos por un buen tiempo) y que encare las reformas fiscales de forma decidida. La misma decisión deberá mostrar para las reformas estructurales, pero ese será tema de otra nota.


Ideas para un plan, 3

08/05/2023

Voy a aprovechar la discusión que se ha generado alrededor de la dolarización para hablar de la inflación y posibles políticas para reducirla a niveles razonables (un dígito bajo). Vale la pena recordar que en 2003 Argentina tuvo solamente 3,7% de inflación luego de la salida traumática de la convertibilidad el año anterior. Menciono esto porque el país tuvo una oportunidad increíble de basar su recuperación en un marco de estabilidad macroeconómica y en lugar de ello el presidente Néstor Kirchner se dejó «seducir» por la idea de mantener artificialmente el dólar en tres pesos en lugar de dejar que alcanzara un equilibrio. Pero vivimos en un mundo en el cual el dólar está a 470 pesos, no a 4 y la inflación pasó el 100% anual.

¿Puede una dolarización terminar con la inflación? Si, puede. Pero a un costo alto. He visto en Twitter gráficos que comparan la performance de Ecuador con Colombia que muestran que la dolarización le impide al primer país suavizar shocks a sus términos de intercambio y reducen el crecimiento cuando terminó el superciclo de materias primas (aunque un buen análisis debiera incluir el «dividendo» del acuerdo de paz de 2016 en Colombia cuyo timing se superpone al shock negativo en el precio del petróleo). Reproduzco el gráfico del PBI

En algún lado leí que si se dieran todas las condiciones para poder implementar una dolarización en forma correcta no sería necesario puesto que bajo esas mismas condiciones la inflación bajaría sola. Esto es una verdad a medias. Hay un conjunto de reformas que bajo dolarización se vuelven consistentes y la inflación es eliminada, pero bajo ese mismo conjunto de reformas la inflación persiste pues permanece como una opción usar política monetaria para financiar el déficit fiscal.

Y esto último es el drama de nuestro país. Nada nos garantiza que si se consiguen superávits gemelos y se pudiera tener una moneda sana no aparezca un Néstor Kirchner y tire todo por la borda. De hecho los inversores y agentes económicos operarían bajo la presunción que este escenario es no solo posible, sino probable. Nuestro país no tiene condiciones hoy en día para tener moneda propia y estable en la cual haya confianza generalizada. Y cuando digo hoy en día también me refiero al próximo gobierno. Estamos a mayo y todavía el plan económico de JxC brilla por su ausencia.

Como hay consenso en que hay que implementar un ajuste, y que anunciarlo sería impopular, los políticos de la oposición logran amordazar a sus equipos técnicos. ¿Es esto solamente una estrategia electoral? No creo, cuando la declaraciones de algunos son casi indistinguibles a las del kirchnerismo. Como muestra va este tweet reciente de Gerardo Morales

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Leyendo declaraciones como esta me parece que una parte importante de JxC, prácticamente todo el radicalismo, pretende gobernar haciendo el mínimo de reformas estructurales. Y no quieren que de esto se hable en la campaña porque en realidad no quieren cambiar prácticamente nada, les gusta un modelo corporativo de economía cerrada. O sea, están Juntos, pero no por el Cambio.

¿Qué puede hacer el equipo técnico para zafar de esta encerrona? Una posibilidad es bregar por la implementación de un régimen monetario que sea rígido como la dolarización, pero no permanente. O sea, una convertibilidad transitoria. En el pasado hablé de esta idea, copio aquí el párrafo principal:

La otra opción sería instalar una convertibilidad con cláusula de escape, que funcione de la siguiente manera: a) fijar el tipo de cambio con una canasta que considere dólar, euro, real y quizás yuan. b) usar líneas de crédito contingente con los bancos centrales de las monedas de la canasta para financiar temporariamente las reservas necesarias para cubrir la base monetaria (esta es una de las condiciones de la cláusula de escape, ya que cuando hay que devolver la reservas hay que abandonar la convertibilidad, si no se generaron otros recursos), c) una cláusula de escape explícita que indique que cuando se hayan alcanzado ciertos objetivos el peso pasa a flotar (respecto a inflación, superávit primario, ratio deuda PBI, porcentaje de deuda pública en moneda extranjera, desarrollo de mercado de capital doméstico, etc.).

La temporalidad está en el requisito que pasado un plazo, digamos cinco años, la convertibilidad se abandona aún si no se hubieran cumplido las condicionalidades. Si esta política está bien diseñada puede proveerle al país la credibilidad necesaria para despegar y con el crecimiento le resultaría más fácil al equipo técnico impulsar en forma paulatina las reformas estructurales que permitirían que la convertibilidad se abandone virtuosamente, no como la última vez.

No nos equivoquemos. La dolarización va a terminar siendo la política a aplicar por descarte si el próximo gobierno fracasa en estabilizar la economía. La gente está harta de la inflación y va a preferir vivir como en Ecuador si no se puede hacer la gran Colombia. En el gráfico arriba copiado no está nuestro país, pero si lo estuviera se entendería lo que digo.


Ideas para un plan, 1

30/03/2023

Está por empezar la campaña electoral con un panorama abierto, no por el ganador sino por el modelo de país para el futuro, como no se veía desde 2003. En aquel entonces la elección presidencial que terminó coronando, por abandono, a Néstor Kirchner tuvo lugar luego de una crisis que comenzó en enero de 1999 en Brasil y que explotó tres años más tarde. Ahora estamos en otra crisis cuyo comienzo es más difuso y cuya explosión todavía no tuvo lugar.

Con la reciente renuncia de Mauricio Macri a ser un pre-candidato por JxC se empieza a despejar el juego en el espacio del que, con altísima probabilidad, surgirá el próximo presidente. Pero a menos de siete meses de las elecciones la oposición no ha presentado todavía un plan de gobierno. Hay solamente ideas vacías y expresiones de deseo. Y en mi opinión JxC ya me (nos?) engañó una vez y no le daré mi voto simplemente porque no hay mejor alternativa. Al igual que en 2019 anticipo que en tal caso votaría en blanco.

Entiendo que sea difícil hacer campaña sobre el caballo del ajuste. Pero de ahí a considerar los necesarios recortes del gasto público como una singularidad aberrante (una especie de agujero negro) que debe ser negada o abjurada hay un trecho. Es cierto que este año, a diferencia de 2015, la discusión shock o gradualismo parece haber pasado de «el mínimo shock necesario», a «el máximo shock posible». Pero hay dos problemas. Por un lado, y como dije arriba, no se explicita el ajuste. Por otro lado un gran shock sin un plan integral es, bueno, solamente un shock.

En esta, y en una serie de notas a publicar en los próximos meses, quiero contribuir a la construcción y explicitación de un plan. Partamos de la base que la Argentina tiene hoy nula credibilidad que le impide explotar a fondo sus riquezas. Conjeturemos que estas riquezas podrían, en caso de ser utilizadas de acuerdo a su potencial, duplicar el nivel de producto per capita del país (veremos al final de esta serie de notas si la conjetura es realista o no). Con este incentivo, y la mencionada restricción, veamos qué se puede hacer.

La Argentina tiene hoy un instrumento para ganar credibilidad en poco tiempo. Consiste en ratificar el acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur. Ya escucho las voces críticas diciendo que muchos sectores industriales del país saldrán perdiendo y que numerosas empresas terminarán en la quiebra condenando a multitudes de trabajadores al desempleo. Mi primera reacción es decir «¿y qué?» condensando la bronca que me despiertan estos pseudo-industriales cuya única ventaja comparativa es en hacer lobby.

Es cierto que el principio de acuerdo comercial podría ser más ventajoso para la Argentina pero la realidad es que refleja un compromiso entre 27 países por la UE y 4 por el Mercosur. Nuestro acuerdo «ideal» no tendría consenso. Aferrarse a él equivale a negar un acuerdo y permanecer aislados del mundo. Aceptarlo con sus imperfecciones equivale a tomarlo como Norte que guiaría el desarrollo económico del país por los próximos veinte años. Y es en esta faceta normativa que el acuerdo es extremadamente valioso pues ordena expectativas y actúa como lo fue la convertibilidad en 1991: una espada que corta un nudo gordiano (la hiperinflación en ese entonces, la nula credibilidad hoy).

Para ser modernos va un breve resumen del acuerdo comercial obtenido via una serie de consultas con Chat GPT, con énfasis en el sector agropecuario y las retenciones:

El acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur establece un marco para el comercio de productos agropecuarios entre ambas partes. En términos generales, el acuerdo permite a los productos agropecuarios del Mercosur acceder a los mercados de la UE sin ser penalizados por aranceles aduaneros, lo que significa que los productos sudamericanos pueden ser vendidos más fácilmente en Europa.

El acuerdo incluye una lista de productos agropecuarios que estarán sujetos a reducciones arancelarias o a la eliminación completa de las tarifas aduaneras, y también establece un sistema de cuotas para ciertos productos agropecuarios sensibles. Estas cuotas se establecen para proteger a los productores europeos de una posible inundación de productos agropecuarios importados, y se limitan a productos que se consideran sensibles. Entre los productos agropecuarios sujetos a cuotas se encuentran:

  • Carne bovina
  • Azúcar
  • Productos lácteos
  • Maíz
  • Soja

El acuerdo prevé la eliminación gradual de las retenciones aplicadas por el Mercosur a una amplia gama de productos agrícolas e industriales exportados por la UE. Esta eliminación se llevará a cabo de manera progresiva y se completará en un plazo determinado. Además, el acuerdo establece medidas para prevenir la imposición de nuevas retenciones en el futuro, y para solucionar cualquier disputa que surja con respecto a las retenciones existentes.

Las cuotas a las principales exportaciones agropecuarias del país han servido de excusa para criticar el acuerdo. Excusa de los pseudo-industriales, no de los productores agropecuarios y la agroindustria. En forma similar, la eliminación de las retenciones es una de las principales razones por las cuales la «casta» política rechaza el acuerdo pues le quita una de sus principales fuentes de financiamiento (aunque hoy en día con los desarrollos informáticos y de imagen satelital el cobro de impuestos a la producción agropecuaria debiera ser cosa de coser y cantar).

Pero esta es una visión de equilibrio parcial, que no tiene en cuenta las avenidas de desarrollo que se le abren al país si se ve obligado a un sendero de reducción y eventual eliminación de las retenciones. Durante décadas en la Argentina vivimos aferrados a una idea postulada en 1962 por Guido Di Tella y Manuel Zymelman: El desarrollo del país estaba estancado porque se había agotado la renta en la frontera y por ende la red ferroviaria para explotarla había dejado de expandirse. La solución pasaba por pasar a desarrollar el sector industrial.

Por décadas a nadie se le ocurrió que la causalidad podría ser inversa, que por motivos ajenos al país la red ferroviaria había dejado de expandirse y eso impedía la continuidad del desarrollo agropecuario. Y es que los ferrocarriles, como es bien sabido, eran propiedad de inversores británicos y, o casualidad, estas inversiones comenzaron a ralear a partir de la Primera Guerra Mundial. Coincidencia o causalidad?

Argumentos académicos al margen nadie postula hoy en día que la frontera agropecuaria permanece inalterada. Los progresos tecnológicos en el cultivo de la soja han extendido su cultivo en el norte del país con la deforestación masiva de la selva chaqueña (como en temas ambientales referidos a la minería o el uso de técnicas de fracking para la explotación de yacimientos shale creo que se puede encontrar un balance, pero no es el punto esencial de esta nota). De manera que la frontera se expande.

Ahora bien, con la reducción de retenciones será posible que áreas hoy consideradas marginales se vuelvan productivas, expandiendo aún más la frontera. Pero ¿con qué recursos construiremos la infraestructura necesaria para hacer realidad ese potencial? Es acá donde podemos poner patas arriba las cuotas que requiere la UE para firmar el acuerdo. Para ello hay que mirar hacia otro continente.

Hace unas semanas en The Economist publicaron una nota sobre las relaciones entre nuestro país y China. Comienza diciendo que en 2018 China aceptó abrir sus mercados a la carne argentina para encontrarse con el cierre intempestivo de las exportaciones en 2021. La esencia de la nota está resumida en este párrafo:

Cleverer engagement would yield huge benefits. Argentina desperately needs capital; China has deep pockets. China craves minerals; Argentina has mountains of them. Rather than exploit those economic opportunities, Argentina’s current government of prickly left-leaning Peronists has given priority to political and diplomatic ties with China, which alarms the United States. A more pragmatic one would seek to get along well with both big powers, while taking full advantage of the way the Argentine and Chinese economies complement each other. Argentina’s next national election, due in October, may bring such a government to power.

Entonces el país podría argumentar que la limitación de sus exportaciones agropecuarias a la UE, sumada al incentivo a la producción de la reducción de las retenciones crea una oportunidad para que capitales chinos vengan a invertir en la infraestructura necesaria para que áreas marginales puedan llevar su producción a bajo costo a los principales puertos del país, de donde serían exportadas a China. Es decir, recrear la relación simbiótica que tuvimos con el Reino Unido, ahora con China. Y al hacerlo en el sector primario no despertar la ira de los Estados Unidos.

Con la UE tendremos una alianza comercial que vertebraría el desarrollo del país (la industria se expandiría en ciertos sectores y contraería en otros, hay años para suavizar esta transición). Con China tendríamos una alianza de inversión en infraestructura que nos permitiría ir más allá de lo que podríamos hacer solamente con la UE. Y los EEUU mantendrían su rol de inversores en otros sectores y proveedores de financiamiento como lo han hecho hasta ahora, mirando con reojo los lazos con China, pero agradeciendo la mayor estabilidad en las relaciones. Win, win, win.

EXPOST: en los comentarios mantengo un diálogo con chofer fantasma en el que él cuestiona que China hoy tenga recursos para invertir como en el pasado. Le respondo que la Argentina hace tan mal las cosas que el margen para atraer capitales es grande. Pocos días después Diego Cabot escribió esta nota en La Nación donde muestra con números lo distorsionada que está la logística en el país. Además me imagino que frente a Xi Jinping los Moyano arrugan.


Deriva 2

09/09/2022

A mediados de Julio escribí un post sobre la nada que era Silvina Batakis al frente de Economía y la deriva que caracterizaba al país. A pocos días del post finalmente el presidente y la vice aceptaron el ingreso de Sergio Massa al gobierno y parecía que el abismo tan cercano insuflaba (cierta) racionalidad.

Pero la semana pasada tuvimos un atentado/happening que nos mostró que cualquier construcción que vemos está en el aire, es humo. Empecemos con la dualidad del episodio visto en la puerta de la casa de Cristina Kirchner. Parece un intento burdo de atentado. Así se lo ve en los videos. Pero también el análisis de esos videos revela que pudo ser, como sigue creyendo la mitad de la población, una puesta en escena para devolverle a Cristina un poco del apoyo que el dictamen del fiscal Diego Luciani le había quitado.

Si nos remitimos a los hechos lo que vemos es el accionar burdo de la custodia de Cristina (estando la Policía Federal en lugar de la Metropolitana por orden de un juez militante), la aparición en repetidas ocasiones del agresor Fernando Sabag Montiel y su pareja, Brenda Uliarte, en Crónica TV un medio kirchnerista. El borrado de los contenidos del celular de Montiel mientras estaba en custodia de fuerzas de seguridad dependientes del gobierno nacional. El uso (y abuso) político del affaire pistola por parte del gobierno a escasos minutos del hecho. El intento de mantenerlo en la agenda para tapar otras noticias, como ser los ajuste que intenta hacer Massa.

Sin entrar en una interpretación del hecho, lo visto muestra un sistema político divorciado de la realidad (al común de la gente le importa más su situación económica y la inflación), envuelto en internas y a) dispuesto a cualquier cosa con tal de retener el poder el gobierno, b) no dispuesto a presentar alternativas para volver al poder la oposición. Así no hay futuro.

Tomemos hechos recientes para ver a la Argentina en espejo. Por un lado el domingo en Chile se votó masivamente por rechazar la propuesta de constitución redactada por una Asamblea que reflejaba los humores del clima de efervescencia de la revueltas de 2019 y no las preferencias del ciudadano promedio. Una lectura es que la Asamblea no supo ver que el referendum era un límite a su capacidad de rediseñar las instituciones o no pudo contener los intereses diversos de los constituyentes. El rechazo fue aceptado por el gobierno y se trabaja a futuro, tomando en lo posible las lecciones del caso. En la Argentina se puede ver que el kirchnerismo ha intentado (a veces con éxito) arrollar las instituciones remanentes del sistema republicano de gobierno y a pesar del rechazo de la sociedad (en elecciones y en cacerolazos) insiste redoblando esfuerzos.

Ayer falleció la Reina Isabel II en el Reino Unido y a pesar de ser una noticia esperaba dada su edad ese país se conmovió con la noticia y hasta los medios de izquierda le rinden tributo por haber sido un factor aglutinante tan importante para la sociedad británica durante 70 años (pensemos todo lo que pasó, tanto en ese país como en el mundo, mientras fue reina). En el largo plazo el temor es al deterioro del valor social de la monarquía con un rey distinto, que no pareciera tener las virtudes de su madre. En contraste, el affaire pistola fue algo inesperado que en el corto plazo desnudó los vicios de la política. Y en el largo plazo, que en Argentina ya es hoy, se ve que nada cambia. Seguimos a la deriva.


Soft hard landing

30/05/2022

En EEUU finalmente la Reserva Federal empezó a ajustar las tasas de interés. Como escribiera el año pasado en diciembre la inflación no era un fenómeno transitorio y sorprendía la pasividad de la Fed para reaccionar. A pocos días del post, y con la inflación todavía creciendo al 6,8% anual, en la reunión del FOMC el lenguaje era del tipo «don’t worry, be happy».

Poco tiempo después y corriendo detrás de los acontecimientos (guerra en Ucrania, pánico en los mercados) la Fed comenzó a subir la tasa de interés en, hasta ahora en dos tramos, un punto porcentual. Es como que no cuadra la imagen navideña con la pascual: una aceleración de 0 a 100. ¿Es que nos vamos a estrellar contra la pared?

Por un lado hay argumentos para ser pesimistas. La Fed estuvo muy lenta en reaccionar y si bien hasta ahora las expectativas siguen ancladas en que la inflación baje en el largo plazo, para convalidarlas habrá que subir tanto las tasas este año que la economía seguramente entrará en recesión. Si la Fed hubiera reaccionado al menos tres meses antes la inflación no hubiera subido tanto y el esfuerzo necesario para bajarla al 2% no sería tanto.

Pero también hay argumentos para ser optimistas. Después de alcanzar la «inflación Fellini» (8 1/2) en marzo, el registro de abril fue levemente menor y todo indica que mayo también estará a la baja. Si los mercados le creen a la Fed que va a controlar la inflación, esta logrará este objetivo sin casi transpirar.

John Cochrane tiene un trabajo reciente («Inflation Past, Present and Future: Fiscal Shocks, Fed Response, and Fiscal Limits», documento de trabajo 30096 del NBER) en el que dice que la Fed reaccionó tarde a ante la inflación generada por un shock fiscal. Sin embargo, si la forma en que el mercado forma expectativas mira el futuro en lugar del pasado, el posible dominar la inflación con un breve período de tasas de interés reales positivas.

Cochrane resume este trabajo en una nota en su blog y el siguiente gráfico representa esta contracción monetaria virtuosa (el modelo que estima reproduce casi las proyecciones de la Fed con una tasa de desempleo que aumenta hasta el nivel relativamente bajo del 4% y con inflación debajo del 3% a partir de 2024).

Por otro lado Paul Krugman sostiene que ni EEUU ni Europa deben preocuparse por sus inflaciones, que vendrían a ser similares (yo he argumentado en el post del año pasado que en EEUU la inflación, en particular la núcleo, es más alta que en EU). Pero lo suyo es puro bla bla y fue un fuerte defensor de la expansión fiscal (si por él fuera el gobierno federal tendría que haber gastado más).

Le creo más a Cochrane que suele tener una visión más crítica del accionar de la Fed y que con un razonamiento bastante riguroso encuentra que, al menos en uno de los multiversos posibles, la política logra hacer suave el aterrizaje sin recesión (o recesión level, cual ola de Ómicron). Pronto se verá.


Should I stay or should I go

01/02/2022

La canción de The Clash suena fuerte en las usinas del kirchnerismo. Ayer el diputado Máximo Kirchner renunció a la jefatura del bloque del oficialismo en Diputados porque no apoya el (principio de) acuerdo con el FMI. Siguiendo el ejemplo de su madre utilizó una carta.

Sería más que incorrecto aferrarse a la Presidencia del Bloque cuando no se puede acompañar un proyecto de una centralidad tan decisiva en términos del presente y los años que vendrán. Algunos se preguntarán qué opción ofrezco. En principio, llamar a las cosas por su nombre: no hablar de una dura negociación cuando no lo fue, y mucho menos hablar de beneficios. La realidad es dura. Vi al presidente Kirchner quemar su vida en este tipo de situaciones.

Parece que la alegría del (principio de) acuerdo con el FMI le duró poco al gobierno. Algo a lamentar porque un acuerdo es bueno para el país, y también para el gobierno (y la oposición). El año pasado escribí este post en el cual decía que el gobierno podía sostener una dualidad de ejecutar el ajuste mientras lo criticaba.

Hay un rango de políticas y acciones en el cual se puede acordar un ajuste que Alberto Fernández y su gobierno defienda y Cristina y el kirchnerismo denuncie como una extorsión que no se puede evitar (indicando su deseo de volver a conquistar la independencia perdida). Lo importante será que todos los legisladores del oficialismo voten las medidas económicas que el presidente y sus colaboradores propongan. Porque la opción de la «gran Chacho» está fuera de ese rango mencionado: Cristina can’t have her cake and eat it too.

Por un lado el «peronismo racional» no querrá quedar como el único responsable del ajuste ni la oposición querrá apoyar el acuerdo cuando una fracción del gobierno no lo hace. En cuanto a JxC tendría que fijar una posición que acorrale a los díscolos kirchneristas y de paso ayude a formar consensos hacia adentro.

Primero habría que afirmar algo así como que se apoya cualquier acuerdo con el FMI que tenga el respaldo de todo el oficialismo. No es una carta en blanco. Al estar el FMI involucrado se tiene cierta garantía de racionalidad económica (sin soñar con que el peronismo entregue el poder con la macro ordenada). Al involucrar a todo el oficialismo se comparten los costos políticos del ajuste.

Luego habría que ver cómo plantarse en el Congreso para materializar esta postura. Lo que JxC debe evitar es que a la hora de votar los kirchneristas lo hagan al final y voten todos en contra, con el apoyo de la oposición asegurando el acuerdo.

Por ejemplo habría que supeditar el quorum a la presencia de toda la bancada oficialista en el Congreso permitiendo la ausencia de, digamos, tres diputados por viajes a Alemania o Disney (suponiendo que en la Cámara Baja se vote primero). Luego, habría que condicionar el accionar para que por cada abstención del oficialismo se retiren del recinto uno o dos diputados de JxC. Y por cada voto en contra cinco o más.

Finalmente, si no se pudiera acordar el orden de votación para que los diputados más ultras del kirchnerismo voten primero, ningún senador de JxC debiera dar quorum en caso que los K sorprendan y voten en contra una vez garantizada la media sanción.

Repito que el acuerdo es positivo para el país, el gobierno, y para JxC. Pero no hay que ser ingenuos y facilitar su sanción si no se compromete el voto favorable de (casi) todo el oficialismo. Todo ajuste tiene costos y no se deber permitir que el kirchnerismo (y de esta forma el gobierno, del que forma parte) eluda pagarlos. Que la canción de The Clash también suene en el Congreso.