Ideas para un plan, 3

Voy a aprovechar la discusión que se ha generado alrededor de la dolarización para hablar de la inflación y posibles políticas para reducirla a niveles razonables (un dígito bajo). Vale la pena recordar que en 2003 Argentina tuvo solamente 3,7% de inflación luego de la salida traumática de la convertibilidad el año anterior. Menciono esto porque el país tuvo una oportunidad increíble de basar su recuperación en un marco de estabilidad macroeconómica y en lugar de ello el presidente Néstor Kirchner se dejó «seducir» por la idea de mantener artificialmente el dólar en tres pesos en lugar de dejar que alcanzara un equilibrio. Pero vivimos en un mundo en el cual el dólar está a 470 pesos, no a 4 y la inflación pasó el 100% anual.

¿Puede una dolarización terminar con la inflación? Si, puede. Pero a un costo alto. He visto en Twitter gráficos que comparan la performance de Ecuador con Colombia que muestran que la dolarización le impide al primer país suavizar shocks a sus términos de intercambio y reducen el crecimiento cuando terminó el superciclo de materias primas (aunque un buen análisis debiera incluir el «dividendo» del acuerdo de paz de 2016 en Colombia cuyo timing se superpone al shock negativo en el precio del petróleo). Reproduzco el gráfico del PBI

En algún lado leí que si se dieran todas las condiciones para poder implementar una dolarización en forma correcta no sería necesario puesto que bajo esas mismas condiciones la inflación bajaría sola. Esto es una verdad a medias. Hay un conjunto de reformas que bajo dolarización se vuelven consistentes y la inflación es eliminada, pero bajo ese mismo conjunto de reformas la inflación persiste pues permanece como una opción usar política monetaria para financiar el déficit fiscal.

Y esto último es el drama de nuestro país. Nada nos garantiza que si se consiguen superávits gemelos y se pudiera tener una moneda sana no aparezca un Néstor Kirchner y tire todo por la borda. De hecho los inversores y agentes económicos operarían bajo la presunción que este escenario es no solo posible, sino probable. Nuestro país no tiene condiciones hoy en día para tener moneda propia y estable en la cual haya confianza generalizada. Y cuando digo hoy en día también me refiero al próximo gobierno. Estamos a mayo y todavía el plan económico de JxC brilla por su ausencia.

Como hay consenso en que hay que implementar un ajuste, y que anunciarlo sería impopular, los políticos de la oposición logran amordazar a sus equipos técnicos. ¿Es esto solamente una estrategia electoral? No creo, cuando la declaraciones de algunos son casi indistinguibles a las del kirchnerismo. Como muestra va este tweet reciente de Gerardo Morales

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Leyendo declaraciones como esta me parece que una parte importante de JxC, prácticamente todo el radicalismo, pretende gobernar haciendo el mínimo de reformas estructurales. Y no quieren que de esto se hable en la campaña porque en realidad no quieren cambiar prácticamente nada, les gusta un modelo corporativo de economía cerrada. O sea, están Juntos, pero no por el Cambio.

¿Qué puede hacer el equipo técnico para zafar de esta encerrona? Una posibilidad es bregar por la implementación de un régimen monetario que sea rígido como la dolarización, pero no permanente. O sea, una convertibilidad transitoria. En el pasado hablé de esta idea, copio aquí el párrafo principal:

La otra opción sería instalar una convertibilidad con cláusula de escape, que funcione de la siguiente manera: a) fijar el tipo de cambio con una canasta que considere dólar, euro, real y quizás yuan. b) usar líneas de crédito contingente con los bancos centrales de las monedas de la canasta para financiar temporariamente las reservas necesarias para cubrir la base monetaria (esta es una de las condiciones de la cláusula de escape, ya que cuando hay que devolver la reservas hay que abandonar la convertibilidad, si no se generaron otros recursos), c) una cláusula de escape explícita que indique que cuando se hayan alcanzado ciertos objetivos el peso pasa a flotar (respecto a inflación, superávit primario, ratio deuda PBI, porcentaje de deuda pública en moneda extranjera, desarrollo de mercado de capital doméstico, etc.).

La temporalidad está en el requisito que pasado un plazo, digamos cinco años, la convertibilidad se abandona aún si no se hubieran cumplido las condicionalidades. Si esta política está bien diseñada puede proveerle al país la credibilidad necesaria para despegar y con el crecimiento le resultaría más fácil al equipo técnico impulsar en forma paulatina las reformas estructurales que permitirían que la convertibilidad se abandone virtuosamente, no como la última vez.

No nos equivoquemos. La dolarización va a terminar siendo la política a aplicar por descarte si el próximo gobierno fracasa en estabilizar la economía. La gente está harta de la inflación y va a preferir vivir como en Ecuador si no se puede hacer la gran Colombia. En el gráfico arriba copiado no está nuestro país, pero si lo estuviera se entendería lo que digo.

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