Estas navidades Papá Noel le dejó flor de regalo a Aerolíneas Argentinas: Un decreto determinó que habrá precios mínimos y máximos para volar dentro del país. Estas palabras no suenan extrañas para la Argentina, habituada a decretazos y precios regulados. Pero están a contramano de la evolución global del sector aerocomercial.
Desde hace unos 40 años, comenzando por Estados Unidos, el negocio aerocomercial se ha caracterizado por una progresiva desregulación. Y en los últimos 30 años la norma es tener una política de cielos abiertos entre Estados que liberaliza el mercado reduciendo las intervenciones estatales. Esto llevó a un incremento significativo en el transporte de pasajeros y mercancías.
Como anécdota es gracias a esta política que puedo vivir en España y trabajar en otro país europeo (hasta fin de este año Dinamarca, a partir de unos días Italia), ya que hay al menos dos compañías aéreas prestando servicio y un ida y vuelta cuesta menos de 100 euros. Aprovecho para aclarar que mi nuevo trabajo es en la Universidad de Bologna.
En la Argentina, como dice Diego Cabot en esta nota de La Nación, «solo falta que los aviones despeguen y vuelen marcha atrás». Copio estos párrafos de la nota:
Como se dijo, la empresa tiene enormes subsidios, directos e indirectos. Además del cheque diario de 2 millones de dólares, el Estado perdona varios impuestos, que Aerolíneas Argentina no paga, o compensa. No termina todo ahí: la regulación la deja siempre mejor parada a la hora de estacionar sus aviones, bajar sus pasajeros y volver a partir. Y si alguna ventaja más se puede adicionar, pues también se da el lujo de mantener una deuda con el concesionario de los aeropuertos, al que le debe una importante suma de dinero.
Pese a semejantes ventajas, varias colegas se le animaron a competir. Flybondi y Jetsmart empezaron a abrirse camino pese a la adversidad de despegar con la pista inclinada. Primero, cerraron el aeroparque El Palomar, desde donde se abordaba para volar al interior. Después, habilitaron a los sindicatos, con la mano condescendiente del ministro de Trabajo, Claudio Moroni, para que fuercen a las dos compañías a firmar acuerdos y dejar sin efectos los gremios de empresas con las que nacieron las dos compañías.
Sin embargo, se mantenían en competencia. Entonces, el golpe certero: ya nadie puede ofrecer un pasaje por debajo del precio que el Estado decida. Vale acá un paréntesis. ¿Quién decide? ¿El presidente Alberto Fernández, que firma el decreto? ¿ El ministro de Transporte, Alexis Guerrera, que es el que tiene jurisdicción sobre el asunto? ¿El diputado Sergio Massa, que es el que tiene el manejo político de toda la cartera? Error, ninguno de ellos. El que pondrá precio y hablará por medio de la lapicera regulatoria será uno de los popes de La Cámpora, el senador Mariano Recalde, verdadero mandamás en el mercado aerocomercial argentino.
Aerolíneas Argentinas hoy es un monumento a la ineficiencia y ejemplo de la colonización de lo público por intereses políticos y personales. Como anécdota me cuenta mi hermano, que trabaja en turismo receptivo, que pidió le facturen exceso de equipaje para 120 pasajeros que llegaron del extranjero con valijas de 23 kg pero para viajar a Ushuaia el límite es 15kg. Hoy se enteró que le facturaron una maleta extra por pasajero (que obviamente cuesta más que el exceso de equipaje). El monopolio abusa, y si los afectados son extranjeros es un delito sin víctima. Porque no votan.
Aclaro que el objeto de esta nota no es Aerolíneas, o el populismo estéril del kirchnerismo sin recursos. Es interpelar a la oposición a que defina cuáles serán sus políticas de gobierno ya que el resultado de las últimas elecciones no fueron un cheque en blanco. Como escribí hace un mes, se necesita (los votantes lo requerirán) un programa de gobierno. Hay que conciliar posturas heterogéneas, y hacerlo sin un liderazgo definido.
Mientras trabajan en lo global, JxC debiera aprovechar los goles servidos en bandeja que le deja el gobierno para avanzar en áreas puntuales. Y el escandaloso decreto a la medida de Aerolíneas Argentinas es un claro ejemplo, máxime si tenemos en cuenta la manera en que JxC se manejó cuando estuvo en el poder.
Consensuar una política aerocomercial le serviría a la oposición de varias formas. Primero, le serviría para mostrarle a los votantes que se están preparando para volver al poder. Segundo, le daría a las compañías low cost que resisten en el mercado un incentivo a resistir los embates que sufren (y a terceros interesados motivos para estudiar entrar, o volver, al mercado). Tercero, al explicar cómo, cuándo, y cuánto se reducirán los subsidios explícitos e implícitos que recibe Aerolíneas le permitirá a un futuro gobierno de JxC enfrentar medidas de fuerza de parte de esta compañía diciendo «yo te avisé y vos no me escuchaste».
La pelota está en el campo de la oposición. Como se dice al comienzo de la película «Corre, Lola, corre»: “La pelota es redonda. El partido dura 90 minutos. Eso es un hecho. Todo lo demás es pura teoría. ¡Aquí vamos!”
¡Feliz año!
EXPOST: Domingo Cavallo en una charla en Twitter consideró que hay que volver a privatizar Aerolíneas Argentinas. JxC sigue en silencio de radio sin poder articular un programa de nada.