En los últimos meses se ha escuchado decir que la oposición está confusa y sin ideas. La muerte de Néstor Kirchner les quitó su principal mensaje de campaña: Somos distintos. Además el gobierno de Cristina logró la «no sanción» del presupuesto garantizándose cuantiosos fondos excedentes para distribuir arbitrariamente. Sumando a esta caja la prohibición de contratar publicidad privada durante la campaña (según nueva ley electoral), pareciera que la ciudadanía estará condenada a escuchar un monólogo oficialista en lugar de una discusión de propuestas alternativas.
Durante el 2010 el Congreso tuvo una productividad muy baja, reflejando el dominio de la Cámara de Diputados por la oposición, y la seducción de apoyos para lograr la mayoría por parte del oficialismo en el Senado. En vista que los partidos opositores había presentado a la sociedad su victoria en las elecciones de 2009 como el principio de un cambio, el no haber podido concretarlo esmeriló su imagen pública. ¿Se encuentra realmente la oposición en un laberinto sin salida? Yo creo que no, y que la fragmentación observada tras la muerte de Kirchner se debe a la percepción que la contienda electoral está más abierta y que lograr ingresar al potencial ballotage es un pasaje casi seguro a la Presidencia.