Aprehender Aprender

21/06/2021

El gobierno nacional anunció que planea suspender las pruebas Aprender este año. Como reporta Infobae en esta nota:

El 72% de los alumnos termina la secundaria sin saber lo suficiente en matemática. Casi un 40% de los chicos tiene dificultades en lengua. Esos son los resultados de aprendizajes pre-pandemia, los de 2019. La suspensión de las clases presenciales durante casi todo 2020 y ahora durante parte de 2021, se da por descontado, generará un déficit profundo en los aprendizajes. Lo que no se sabrá este año es cuántos y qué contenidos son los que quedaron pendientes. El Gobierno decidió suspender las pruebas Aprender.

Se trata de pruebas censales que miden los aprendizajes de todos los alumnos en sexto grado de primaria y en el último año de la secundaria. Los chicos responden sobre lengua, matemática, ciencias sociales, naturales y, esporádicamente, sobre otras materias como educación sexual integral o educación cívica.

Nada que nos sorprenda del kirchnerismo. Medición que no gusta, termómetro que se rompe o mensajero que se mata. Tampoco sorprende que en octubre el ministro de Educación anunciara que este año las pruebas se iban a tomar para evaluar el impacto de la pandemia. Si algo caracteriza a este gobierno es desdecir hoy lo que se declaró enfáticamente ayer.

La no realización de las pruebas Aprender por segundo año consecutivo presenta dos problemas. Primero, como dice la nota de Infobae, no se podrá evaluar en qué áreas de aprendizaje el déficit es mayor. Tampoco se sabrá exactamente la naturaleza de dichos déficits. Uno puede en el agregado decir que el 40% tiene dificultades en lengua, pero las pruebas también sirven para ver si estas dificultados son en la lecto-escritura o comprensión de textos, por ejemplo.

En segundo lugar, el conocimiento que se adquiere en el colegio, en particular en la primaria, es acumulativo. Esto quiere decir que si los alumnos pierden terreno en 2020-21 por la pandemia, esto también se observará en las evaluaciones a realizar en 2022, 2023, etc. Es que acaso el gobierno evalúa también suspender estas pruebas? Es probable que hoy diga que no (y realmente lo piense). Pero la misma lógica que lo lleva a suspender las pruebas este año implica la persistente suspensión de las mismas (en términos académicos, la decisión es «inconsistente en el tiempo»).

Al margen debemos recordar que actores de peso, como los sindicatos docentes, se han mostrado historicamente en contra de las evaluaciones. Son muy conscientes que lo que en última instancia se está midiendo es su capacidad de enseñar, la que en promedio es muy baja.

Es interesante que en la última edición del Economist, que se publicó un par de días después del anuncio de la suspensión de las pruebas Aprender, dedica una nota editorial a la «tragedia latinoamericana de las aulas vacías». Copio algunos párrafos de una traducción publicada en El Mercurio:

La pérdida prolongada de aprendizaje empeorará los pésimos estándares educativos. Las pruebas internacionales PISA para jóvenes de 15 años en 2018 encontraron que en lectura, matemáticas y ciencias, los latinoamericanos estaban en promedio tres años por detrás de sus pares en el grupo de la OCDE de países principalmente ricos. Con las escuelas cerradas durante 13 meses, el Banco Mundial calcula que alrededor del 77% de los estudiantes estarían por debajo del rendimiento mínimo para su edad, frente al 55% en 2018. Esto tiene efectos a largo plazo. Incluso si solo se pierden diez meses de clases, el banco calcula que el estudiante promedio podría perder el equivalente a US$ 24.000 en ganancias a lo largo de su vida. Los más pobres, los de las zonas rurales y las niñas son los más afectados por el cierre de las escuelas, lo que agrava las ya amplias desigualdades en América Latina.

Muchos países latinoamericanos han realizado grandes esfuerzos para organizar el aprendizaje a distancia durante la pandemia… Esto no sustituye a la enseñanza presencial. “No todos los estudiantes aprenden al mismo ritmo”, dice Marco Fernández, especialista en educación del Tec de Monterrey, una universidad en México. “No pueden hacer preguntas ni recibir comentarios como lo harían en el aula”. Más allá de la pérdida de aprendizaje, los cierres de escuelas han traído costos emocionales y un gran aumento en el número de deserciones.

Las escuelas en muchos países de otras regiones reabrieron hace meses, con distanciamiento social, pruebas y limpieza a fondo. Aparte de la gravedad de la pandemia, hay varias razones por las que esto no ha sucedido en América Latina. Por lo general, los padres no se han mostrado interesados. En México, hasta que la mayoría de las personas se vacunen “pensamos que lamentablemente no existen las condiciones para un regreso masivo a la escuela”, argumenta Luis Solís, de la Unión Nacional de Padres, un grupo voluntario. Los sindicatos de docentes también se han mostrado reacios. En Argentina, cuando el alcalde de Buenos Aires intentó reabrir las escuelas en marzo, recibió la oposición tanto del sindicato como del gobierno nacional, su aliado. “No hay presión” sobre los gobiernos para que reabran, lamenta Fernández.

Los gobiernos podrían hacer mucho más para promover una reapertura segura mediante la información y la consulta. “A estas alturas, todos los países deberían haber hecho al menos un esfuerzo sustancial para abrir escuelas”, dice Emanuela Di Gropello, del Banco Mundial. “No estamos donde deberíamos estar”. Ponerse al día será un desafío formidable. Las escuelas necesitan evaluar rápidamente el nivel de cada alumno, organizar la enseñanza de recuperación y recuperar el tiempo perdido con clases los sábados y períodos más largos. 

Es cierto que los docentes deben evaluar el «nivel de cada alumno». Pero tener información sobre el efecto promedio de la pandemia en las áreas donde hay mayores déficits facilita esta evaluación individual. Y ver que compartimos esta tragedia educativa con el resto de América Latina no consuela, sino todo lo contrario: Hasta hace poco el país era líder en la región en materia educativa. Otro capital más que nos comimos.


La mala educación

30/11/2020

Así se llama una película de Pedro Almodóvar de hace más de 15 años. Me pareció que titular esta nota sobre la educación pública en Argentina «La pésima educación» era un poco fuerte. Un poquito en realidad.

Nuestro país no es el único que tiene problemas para encuadrar las demandas de los distintos sectores sociales en tiempos de pandemia. Pero es el que peor ha manejado los desafíos en lo que respecta a la educación.

En casi todo el mundo hay consenso que los beneficios de permitir que los niños vayan a la escuela son muy superior a los riesgos. Los niños son menos proclives a contagiar el virus, la tasa de fatalidad es mucho menor que para los adultos, y sufren más las consecuencias psicológicas del aislamiento. Cúales son los riesgos? Qué se contagien y que por ende contagien a sus familiares. Y a sus docentes.

Con respecto a los familiares debieran ser ellos quienes, bien informados de los riesgos, decidan si mandar a sus hijos a la escuela. Como algunos preferieren no hacerlo (por varios motivos, entre ellos el pertenecer a un grupo de riesgo), la educación debe ser mixta, proveyendo contenidos a los chicos que no puedan/quieran ir al colegio. Esto es un desafío para los docentes, del cual estoy al tanto dado que soy profesor universitario.

Pero lo que es inaceptable es que los docentes, a través de sus gremios, impidan el regreso a las clases presenciales. Todos recordamos las imágenes de las primeras semanas de la cuarentena en Argentina cuando por presiones de los gremios bancarios se formaron largas filas de jubilados fuera de las pocas entidades abiertas. El escándalo fue tan grande que los gremios accedieron a flexibilizar su postura.

Prácticamente no hay trabajo que no pueda ser llevado a cabo con las debidas medidas de protección (por ejemplo, los casinos), incluyendo la docencia. Pero en la Argentina no alcanza con barbijos y pantallas protectoras. Los docentes no aceptan retomar sus actividades en forma normal hasta que no haya riesgo cero.

En Argentina la educación está extraviada hace años. Basta ver el revuelo que ocasionaron declaraciones de la ministra del área de la CABA, Soledad Acuña. Hoy La Nación publicó una entrevista que le hizo Mariana Arias en la cual refuerza sus conceptos:

Hasta mitad de año hubo una concentración de poder en las decisiones del Gobierno nacional; las provincias delegamos la toma de decisiones en materia educativa. A mitad de año empezamos a ver que había diferencias entre cada una de las jurisdicciones y que las decisiones tenían que ser distintas; la Ciudad había establecido los datos del contagio, había una respuesta del sistema sanitario muy positiva, no había desbordes, entonces creíamos que necesitábamos dar pasos hacia la presencialidad; en ese momento dijimos ‘déjennos abrir las escuelas para utilizar los espacios digitales’ y ahí empezó la discusión que estuvo signada, por un lado, por la necesidad de controlar todo a un nivel central, y después una cuestión política vinculada con lo sindical. Los sindicatos más importantes, como CTERA, manifestaron desde un principio que no querían que se volviera a la presencialidad por un temor a exponer a los trabajadores de la educación…

Una cosa son los dirigentes sindicales y otra los docentes en general. Los dirigentes sindicales, muchos de ellos, hacen política partidaria; CTERA responde al Gobierno nacional. Una cosa es hablar con actores políticos partidarios y otra cosa es hablar con representantes de los trabajadores…

La enorme mayoría de los docentes de la Ciudad entienden el aula como un espacio de pluralidad, un espacio para enseñar a pensar y tener miradas diferentes, tener pensamiento crítico y tener su propio punto de vista, pero hay un grupo de docentes y dirigentes sindicales que usan el aula como un espacio de militancia.

Un grave problema para los gremios es que con las clases virtuales muchos padres pudieron «ver» lo que se les enseña a sus hijos y, comprensiblemente, montaron en cólera. No hace falta ser votante de PRO o gorila para indignarse con la pregunta multiple choice en la materia Introducción al Pensamiento Científico (sic) del CBC de la UBA: «En el gobierno de Mauricio Macri hubo un retraso científico y tecnológico porque.»

La pregunta multiple choice la leí, junto con las opciones, en una nota de Alejandro Horvat publicada ayer en La Nación, titulada «Adoctrinamiento: fuerte sesgo político en planes de estudio y manuales». En la misma, como dice la nota, se documentan sesgos inadmisibles en los programas y material pedagógico utilizado en la PBA.

Un recorrido por algunos de los diseños curriculares de la provincia Buenos Aires, que fueron creados durante el gobierno de Daniel Scioli y que aún están vigentes resultan elocuentes. Allí, por ejemplo, enla materia Geografía para los alumnos de cuarto año del secundario, se señala a la «globalización neoliberal» como la causante de la concentración de capital por parte de las potencias económicas y, en efecto, el empobrecimiento de los países periféricos, como la Argentina.

Leyendo la nota lo que más me llamó la atención es que tardara tanto tiempo en ser publicada. Se trata de reformas hechas hace al menos cinco años y la nota describe una educación que se aproxima a la descripción de pésima que no me atreví a poner en el encabezado.

Espero que tanta exhibición e inhibición de los gremios docentes, en un año donde todo cobra más relieve, les termine pasando factura. Que los padres que han empezado a protestar y marchar por el regreso de las clases los bajen de un hondazo.

Y tiro la primera piedra. Porqué no evaluar a todos los alumnos para ver si asimilaron los conceptos del año y pueden pasar de grado/año o debieran repetir? Dicha evaluación debiera ser hecha por una instancia superior al maestro a cargo del curso (pues este no tendría los incentivos a hacerlo en forma imparcial y/o podría ser presionado por los padres para ser parcial).

Conozco casos de familias que tradicionalmente hacen «home schooling» y así es como sus hijos estos días pasaron de grado, con una prueba recibida por mail. Aclaro que tomando en consideración lo excepcional del año, quienes reprueben, y reciban asistencia del Estado, igual debieran de recibir el bono de la AUH.

Pero esto no va a suceder. Decretar que todos pasen de curso es la solución populista que la mayoría de los distritos va a tomar. No es para sorprendernos. Hablamos de la Argentina.


Lección para futuros gobiernos

15/10/2019

A principios de septiembre La Nación publicó una nota explosiva de Nicolás Cassese y Romina Colman sobre la performance electoral del gobierno de la Ciudad en la Villa 31 donde Horacio Rodríguez Larreta perdió por 47 puntos contra Matías Lammens. Pocos días después, Ricardo Roa en Clarín aportó una posible explicación, más allá de la crisis económica, en esta nota

Dentro del macrismo, hay quienes pegan el mal resultado electoral no sólo a la crisis económica que pegó fuerte por cierto, sino también a la gestión de Diego Fernández, un empresario gastronómico sin experiencia política y sin vocación política puesto en un lugar donde las obras mejoran la vida de la gente pero solas no ganan las elecciones…

No hubo denuncias de clientelismo ni de corrupción en la asignación de viviendas pero en las villas hacer política hace diferencia y a veces hace diferencias grandes en la cosecha de votos. Es lo menos parecido a gestionar una empresa.

Según Roa los votantes aprecian las obras y por eso Rodríguez Larreta está ganando en la Ciudad (aunque hay que ver si logra hacerlo en primera vuelta, como se quemó con leche con Lousteau hace cuatro años, previsiblemente llora al verlo a Lammens). Sin embargo volvamos a la nota de Cassese y Colman que comienza con esta anécdota impresionante:

José Algaraz atiende un kiosco en la entrada de su flamante casa de la villa 31. Es un hombre macizo que antes vivía debajo de la autopista Illia. No tenía título de propiedad ni agua. Hace un mes se mudó a una de las 1200 viviendas construidas por el gobierno de la ciudad. Paga $5000 por mes de un crédito blando a 30 años. Su barrio ahora es una postal de calles peatonales anchas y juegos para niños. Podría ser el campus de una universidad escandinava. Sin embargo, José está enojado.

«Yo quería baldosas, se queja mirando su piso gris de cemento alisado, un estilo industrial que está de moda entre los arquitectos de Palermo. «Parece un cementerio», acota su mujer, señalando los ladrillos opacos de las paredes. Tienen una bandera con la iconografía peronista guardada y dicen que la desplegarán durante el asado con el que planean festejar la eventual derrota del oficialismo. 

Como a muchos otros, cuando leí esta nota me indigné sobremanera. Y pasé a expresar mi indignación en Twitter. Copié la primera frase del segundo párrafo y añadí que lo decía alguien a quien el gobierno de la Ciudad prácticamente le había regalado la casa. Y terminaba el tweet diciendo:

Lección muy importante: no gastar pólvora en chimangos

Por supuesto que enseguida me llovieron críticas de todo tipo. Que la vivienda social es una inversión bien importante en un país con un déficit habitacional tan alto. Que tal vez para esas personas son más importantes sus ingresos reales que su stock de capital. Hasta un como no votan como te gustaría no hay que invertir en ellos, que asco.

Efectivamente el último comentario da en el clavo. Quise, y quiero, decir que a futuro los gobiernos deben tomar nota dónde les reditua invertir (ojo invertir es una cosa, gastar es otra). Para un político tiene menos sentido gastar recursos en viviendas para ciudadanos que no lo van a votar, que en infraestructura que beneficia a segmentos de la población que son votantes independientes y por ende pueden cambiar su voto en «agradecimiento» por las obras.  

La realidad es que los recursos son escasos (salvo para algunos delirantes de la MMT y para ciertos kirchneristas) con lo cual los Rodríguez Larreta del futuro tendrían que replantearse el uso que harán del presupuesto de la Ciudad (o el distrito que les toque gobernar). Los que seguro salen perdiendo son los José Algaraz del país. Si ni regalándoles una casa se consigue su voto no debieran esperar nada en el futuro de ningún político. En efecto el mismo razonamiento del párrafo anterior indica que tiene poco sentido gastar recursos en inversiones que beneficien a los votantes duros. Cristina se alegraba de ver crecer la Villa 31. Pero, cuánto invirtió en la misma? 


Aborto

14/06/2018

La semana pasada The Economist publicó una nota sobre el debate por la despenalización del aborto en Argentina. Dice que el proyecto puede fracasar en el Congreso (aunque acaba de obtener media sanción en Diputados, en el Senado habría mayor oposición), pero en el futuro otro intento tendrá éxito. Debo admitir que no seguí el debate de cerca. Cada vez que leía algo, mayormente comentarios o notas linkeadas en Twitter me deprimía lo burdo de los argumentos. Creo que lo más inteligente de lo poco que leí es una nota de Laura Serra publicada hoy en La Nación. Su título va al punto: «Aborto, nadie pensó en una alternativa que pudiera contener a todos». Quizás contentar a todos sea imposible, pero no se exploró un compromiso.

Antes de seguir aclaro mi posición. De tener que elegir entre el status quo y la despenalización del aborto me inclino por lo último. Pero siendo un tema de salud pública prefiero un enfoque más abarcativo que combine al aborto con otras políticas, y que lo regule acordemente. Un ejemplo, controversial por cierto, sería que si una adolescente requiere un aborto, el Estado provée el procedimiento y luego le coloca un dispositivo intrauterino (DIU) para reducir el riesgo de futuros embarazos no deseados (véase este post que resume un trabajo científico sobre la efectividad de esta práctica).

Quienes se oponen al aborto dicen que se está matando y que todas las vidas tienen valor. Quienes lo apoyan dicen que un feto, o un cigoto, no es una persona y no tiene los derechos de una. Ambos tienen algo de razón. Los seres humanos tenemos vida, como los animales. Pero trascendemos nuestro sustrato material al ser también personas conscientes de nosotros mismos. Y casi todo cigoto con el paso del tiempo se transforma en una persona. Por eso los argumentos esgrimidos por «personas» como el ministro Lino Barañao en esta nota publicada en La Nación son falaces.

Basado en esta evidencia científica, el Comité de Ética del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva propuso, en oportunidad de la modificación del Código Civil, una redacción del artículo 19 que decía que si bien la vida humana comienza con la concepción, las características propias de una persona se adquieren a lo largo de la gestación. A pesar de que esta modificación no fue aceptada, pone en claro que para los especialistas, durante las primeras etapas de la gestación, un embrión no es equiparable a un ser humano.

Un cigoto es una persona en potencia, basta dejar el paso del tiempo. Un aborto impide ese resultado. Pero pasemos al otro lado de la grieta. Quienes defienden la despenalización del aborto sostienen que las mujeres embarazadas son dueñas de su cuerpo y pueden hacer lo que quieran con él. Este argumento se puede criticar fácilmente. Basta ver que la eutanasia solamente está permitida en pocos países para darnos cuenta que la sociedad nos pone límites a lo que podemos hacer con nuestros cuerpos. Sin embargo, estoy de acuerdo que una mujer debe tener la última palabra sobre qué hacer con su embarazo no deseado.

Esta situación, un embarazo no deseado, plantea un conflicto de intereses. Por un lado está el feto, persona en potencia, a quien el Estado debe defender. Por el otro lado está la mujer, que tiene sus razones para no llevar el embarazo a término, y a quien el Estado también debe defender. En mi opinión, la solución, muy salomónica por cierto, sería despenalizar el aborto utilizando herramientas de política y regulaciones para que el número de abortos en lugar de subir se reduzca.

Una vez que el aborto esté despenalizado, los opositores al mismo debieran volcarse en masa en apoyo de medidas de educación sexual que reduzcan el número de embarazos no deseados. Hasta la Iglesia católica quizás empiece a repartir preservativos a la salida de misa.

Y hablando de la Iglesia quisera notar lo siguiente. Si son tan férreos defensores de la vida desde el momento de la concepción, ¿por qué no hacen nada para reducir el número de abortos espontáneos? Si uno realiza una búsqueda en internet de «research into the prevention of miscarriage» o «investigación para la prevención de abortos espontáneos» no hay ningún resultado donde aparezca la Iglesia, ni siquiera dando su apoyo moral. Para mí es otro ejemplo más de hipocresía eclesiástica (recordar abusos de menores).

Para terminar recuerdo uno de los argumentos pro aborto que más me indignaron. Se puede ver en un hilo de Twitter recogido en este post. Copio el argumento:

Estás en una clínica de fertilidad. La razón no importa. Salta la alarma de incendios. Corres buscando la salida. Vas por un pasillo y oyes a un niño gritando. Abres la puerta y ves a un niño de cinco años llorando y pidiendo ayuda. Está en la esquina de la habitación. En la otra esquina ves un contenedor congelado que pone «1000 embriones humanos viables». Se llena todo de humo y empiezas a asfixiarte. Sabes que puedes llevarte al niño o al contenedor, pero no ambos antes de asfixiarte y morir, y no salvar a nadie. ¿Salvas A) al niño, o B) a los mil embriones? 

El twittero sigue jactándose que nunca en diez años un opositor al aborto le contestó A o B. Que «todos entendemos que la respuesta correcta es A. Un niño humano vale más que mil embriones…Porque no son lo mismo, ni moralmente, ni éticamente, ni biológicamente». Y termino de copiarlo. Ahora paso a destruir este argumento. 

Primero, quizás lo más obvio. El twittero empieza diciendo «la razón no importa». Pero, ¿si lo que sucede es que la Tierra se está destruyendo y la clínica de fertilidad está produciendo embriones para enviar a otro planeta habitable, Marte digamos, la respuesta obvia sería B, no? Alguien dirá que mi argumento es de ciencia ficción, muy tirado por los pelos. Pero lo vi en la película Interestelar. El argumento del twittero también es tirado por los pelos, y no lo vi en ninguna película. Más importante: no es original. Es una paráfrasis del dilema del tranvía de la filósofa Phillipa Foot, que dice sencillamente lo siguiente:

Un tranvía corre fuera de control por una vía. En su camino se hallan cinco personas atadas a la vía por un filósofo malvado. Afortunadamente, es posible accionar un botón que encaminará al tranvía por una vía diferente, por desgracia, hay otra persona atada a ésta. ¿Debería pulsarse el botón?

Tomar una decisión activa para salvar a cinco personas no es éticamente correcto porque implica un daño directamente asociado a la acción. No hay respuesta correcta. Por eso es un dilema. Igual que el argumento del twittero.

Para cerrar con humor una escena del dilema del tranvía de la serie The Good Place, que también nos sirve para recordar que debatir temas como el aborto en abstracto no es lo mismo que vivirlos en concreto. 


La educación pública se cayó

23/03/2017

Esta semana, el presidente Macri presentó los resultados de la evaluación Aprender. El progresismo local, en lugar de evaluar los muy pobres resultados de dicha prueba, se concentró en una frase del presidente: «Hay una terrible inequidad entre el que puede ir a la escuela privada y el que tiene que caer en la escuela pública». En las redes sociales proliferaron las consignas dolidas de prohombres (y mujeres) que defendían su «caída» en la escuela pública. Ricardo Roa hizo hoy en Clarín un interesante análisis

Se le cayó la frase a Macri y una legión de bien pensantes progres le cayó encima. Con interpretaciones para todos los gustos. Psicoanalíticas que la asociaron al inconsciente del ingeniero. Ideológicas que la relacionaron con la clase social de la que proviene. Y por supuesto de los activistas kirchneristas que confirmaron en la definición la voluntad de Macri de destruir la escuela pública.

Los responsables de más de una década de privatización de la educación pública con la fuga de alumnos a las escuelas privadas le endilgan a Macri ese objetivo. Los kirchneristas necesitan alimentar un prototipo de Macri a la medida de sus consignas. La mala noticia para esos bien pensantes es que tomada en sentido literal la frase de Macri sintoniza con lo que piensan los miles y miles de padres que han sacado a sus hijos de escuelas públicas.

Es una fuga hormiga que no sólo se verifica en los sectores medios y altos. Todos saben que la mejor educación ya no la proporciona el Estado. No es una cuestión ideológica.

En esta entrada no voy a analizar el lamentable estado de la educación en el país. De ello ya escribí en el pasado (ver acá, por ejemplo). Voy a tomar la nota de Roa como punto de partida, y me voy a concentrar en la actitud miope de tomar las palabras del presidente como una ofensa personal. Si uno toma las palabras en sentido literal, Macri se está refiriendo a los alumnos que, sin tener alternativa, hoy deben ir a una escuela pública. Caen en ella. No dice nada respecto a la calidad de la escuela pública hace 30 o 40 años. 

El problema es que los miopes en cuestión fueron a la escuela pública hace 30 o 40 años. Y la calidad de la escuela pública hoy está muy lejos de lo que fue en el pasado. Traigo a colación un par de anécdotas personales. Hice la primaria en un colegio privado, y en el Pellegrini hice el secundario. Ahí me di cuenta lo mala que había sido mi educación primaria, al contrastar mi preparación con la de mis compañeros que fueron a una primaria pública. Recién en tercer año logré ponerme al día en Matemáticas.

Terminé la secundaria en 1985. Cuando se cumplieron 30 años participé de los festejos con algunos de mis compañeros en el colegio. Y vi, con horror, como una de las aulas que habíamos usado estaba exactamente igual que en ese entonces. Ni bancos o pizarrones nuevos, ni computadora o cañón. Un desastre. 

Para alcanzar el crecimiento sostenido necesitamos elevar la calidad de la educación (pública y privada). Y para hacerlo tenemos que partir de un diagnóstico correcto. La educación pública no es un desastre porque el presidente usa el verbo caer, ni porque este gobierno quiera destruirla. La educación es un desastre porque hay intereses creados que no quieren reformar los estatutos docentes del siglo pasado que hacen que la misma masa de recursos que en otros países sostienen excelentes escuelas acá se diluyan en mantener docentes que no trabajan y suplentes que tampoco lo hacen. Es un desastre porque los sucesivos gobiernos desde 1983 a la fecha no han hecho frente a estos intereses creados. Es un desastre porque los miopes que la defienden al mismo tiempo mandan a sus hijos a colegios privados (y no les parece contradictorio). 

Es posible salir de este círculo vicioso? Creo que si. En particular se podría adoptar una reforma gradual que reduzca los generosos beneficios de los nuevos docentes sin afectar los intereses creados sobre los actuales maestros (en línea con lo que sugerí hace poco para el empleo público). Dudo que hoy se pueda avanzar mucho en esa dirección. Pero si seguimos sin hacer nada nuestra progresía miope terminará ciega. 


Efectivo, ganancias y PISA

14/12/2016

La semana pasada Lucas Llach twiteó lo siguiente

Como me pareció medio burro pensar que eliminar el efectivo pueda llegar a reducir la incidencia del crimen le respondí lo siguiente

Entiendo que el Banco Central, del cual Lucas es vicepresidente, quiera impulsar medios electrónicos de pago por una cantidad de razones. En mi opinión deberían dedicarse un 100% a otras cosas que son mucho más importantes que esto (hoy en día si Argentina elimina el peso lo único que se va a conseguir es que el dólar sea usado para transacciones cotidianas). Guillermo Calvo diría que están bailando en el Titanic.

Con respecto al impuesto a las ganancias y la torpeza con que el gobierno envió su proyecto al Congreso vale la pena leer la nota que escribió Carlos Pagni en La Nación el lunes.

La reacción de la Casa Rosada ante el revés desnudó que el problema es más delicado que un contratiempo operativo. Macri y sus voceros explicaron que, en vez de perder, habían ganado, porque ahora se corroboró que Cambiemos es lo nuevo. Y que Sergio Massa es un falso renovador, atrapado como todo el peronismo en el pasado kirchnerista. El defecto de esta respuesta no es que sea mentirosa. Es inadecuada. Es cierto que Massa negoció con Máximo Kirchner y se hizo expresar por Axel Kicillof. También es cierto que Margarita Stolbizer votó con el dueño de Hotesur. Pero esos argumentos alimentan el marketing. No resuelven una crisis de gobierno. Es como si alguien a quien le destruyeron la casa, se justificara ante sus hijos diciendo que los agresores eran unos forajidos. Es decir: el modo que elige Macri para estigmatizar a sus rivales es autodestructivo. Porque lo que logró el peronismo la semana pasada es agigantar una de las incógnitas más sensibles del programa económico: cómo financiar el déficit fiscal sin aumentar la presión impositiva. De modo que, con tal de dañar la imagen de sus adversarios para las próximas elecciones, el Presidente daña su imagen de administrador.

Ayer la discusión en el Senado fue puesta en pausa (supongo que para permitirle al gobierno usar la Banelco). Vale la pena recalcar que en la Argentina el impuesto a las ganancias es un impuesto de clase que pagan los más ricos (entre el 10 y 20%). En la mayoría del mundo desarrollado el impuesto a las ganancias es un impuesto masivo que paga todo el mundo, pero al ser progresivo los más ricos pagan una alícuota mayor.

En los EEUU el gobierno federal empezó a cobrar impuesto a las ganancias (income tax) en 1913. Inicialmente era marginal pero las necesidades de la Primera Guerra Mundial llevaron a expandir el impuesto de forma tal que 20% de la base imponible pagaba y la alícuota mayor era del 77%. Entre 1913 y 1921 los Demócratas estaban en el poder, pero de 1921 a 1933 gobiernan los Republicanos y una de sus banderas de campaña era abolir este impuesto (igual que Macri). Si bien no lo hicieron redujeron la alícuota máxima al 25% y solamente pagaba el 10% más rico.

Cuando los Demócratas vuelven al poder con Franklin Roosevelt como presidente se aumenta la alícuota máxima al 79% en 1937 pero sin expandir la base tributaria. Recién cuando EEUU entra en guerra en 1941 se expande la base hasta el punto que en 1945 el 85% de los norteamericanos pagaba impuesto a las ganancias. Cuando la guerra terminó el sistema tributario permaneció intacto reflejando un acuerdo tácito entre Demócratas y Republicanos. Los primeros aceptaban que ciudadanos de ingresos medios y bajos paguen a cambio de una mayor tasa sobre los ricos. Y los segundos aceptaban que los ricos paguen mientras todos los ciudadanos fueran alcanzados.

La universalización del impuesto a las ganancias debido a la necesidad de recursos para una guerra se ve en otros países (ver este documento de trabajo de Juliana Vélez, una estudiante de doctorado en Berkeley). Nosotros no hemos tenido una guerra que haya requerido movilizar al menos el 2% de la población, pero hemos sufrido hiperinflaciones, defaults, y (casi) todo tipo de crisis en las últimas décadas. Deberíamos seguir el camino de la universalización de ganancias. Pero no.

Finalmente, una de las noticias de la semana que pasó es la exclusión de la Argentina de los resultados de las pruebas PISA por manipulación de la muestra durante el último gobierno. Tampoco se salva Macri porque los buenos resultados de CABA se explican porque a los alumnos seleccionados se los preparó para la prueba. Hecha la ley hecha la trampa. Igual no es necesario ver los resultados de las PISA para medir lo ignorantes que somos. Basta con ver la proliferación de películas dobladas en los cines y la casi extinción de las versiones originales con subtítulos. Por un lado el espectador medio no sabe leer, y por el otro se recurre a la solución populista del doblaje en lugar de mejorar la enseñanza. Argentina potencia.

 

 


Productividad, robots, y educación

28/03/2016

A fin del año pasado publiqué una nota con título «Basta de Frey y Osborne! (deseo para el 2016)». No ha terminado marzo que dicho deseo no se cumplió. Ayer La Nación publicó no una, sino dos notas sobre el peligro que robots nos roben nuestros empleos. La base que motiva ambas notas, una de Sebastián Campanario, la otra de Eduardo Levy Yeyati, es un informe del Banco Mundial sobre los «dividendos digitales» que todavía no se materializaron, en particular en países en desarrollo.

Según dicho informe Argentina es el país de ingresos medios con mayor proporción de trabajos en riesgo de ser automatizados, i.e. sustituíbles por robots o por computadoras con software de «inteligencia artificial». Según Levy Yeyati

En la Argentina, en un contexto de estancamiento, con motores de crecimiento histórico de baja demanda relativa de trabajo, y con una distancia creciente entre la formación de los estudiantes y las necesidades de nuestras empresas, la inevitable apertura tecnológica puede profundizar la caída de la participación laboral y la concentración de ingresos y riqueza. Entre otras razones, porque nuestra fuerza laboral es intensiva en calificaciones medias y está particularmente expuesta al reemplazo, como lo refleja nuestro primer puesto en el ranking del Banco Mundial que ordena a los países según el porcentaje de sus empleos que son reemplazables por la automatización.

Entonces, ¿priorizamos el empleo a expensas de la productividad o la productividad a expensas del empleo?

Y según Campanario

En el debate por el futuro del empleo hay un autor fetiche para los economistas: el estadounidense David Autor es, para el economista argentino y director del Cedlas Guillermo Cruces, «quien mejor viene estudiando esta área temática». Autor defiende una hipótesis de «polarización del empleo»: los trabajos que más están cediendo a favor de la automatización son los «intermedios» en la distribución de habilidades. Esta es una de las explicaciones para que la Argentina ocupe el primer puesto en redundancia de empleo del Banco Mundial: nuestra estructura laboral está muy concentrada en el medio: proporcionalmente, alta incidencia de personas con secundario completo. En este segmento entra buena parte del empleo público, trabajo administrativo, telemarketing, bancario, de seguros, etcétera…

Para el economista del Cedlas, «si bien este escenario (el que describe el Banco Mundial) no es la antesala de una distopía de desempleo tecnológico masivo en la Argentina en el largo plazo, la evidencia presentada es un insumo clave para quienes piensan e implementan políticas de desarrollo y transformación productiva. Este insumo debería ayudarnos a identificar las áreas con mayor potencial de crecimiento, y a la vez, las áreas en que más bajas se producirán, para ayudar a reconvertir y compensar a los trabajadores desplazados.

En el post del año pasado notaba que la predicción de Frey y Osborne que un 47% de los empleos en EEUU estaban en riesgo no estaba correctamente fundada. Eso no quita que cualitativamente es correcto decir que hay ocupaciones que habrán de desaparecer. El progreso tecnológico se ha encargado de destruir, y generar, empleo desde siempre. Y la Argentina no es la excepción. Pero si insistimos en predicciones apocalítpticas lo único que vamos a lograr es que la dirigencia de nuestro país lo mantenga cerrado al progreso tecnológico, como hicieron los Kirchner durante 12 años (aunque el país estaba cerrado desde la crisis de 2001 por una combinación de fricciones financieras y cambiarias).

Los políticos que tienen algo de memoria recordarán que durante los noventa, cuando el país importó capitales y tecnología, el resultado fue un incremento del desempleo de aproximadamente el 6 al 18%. Un análisis más profundo determinará que el nivel de atraso tecnológico del país en 1991 era altísimo (más que hoy en día) y que el desempleo sobre el final de la convertibilidad era alto por factores cíclicos. Pero la realidad es que entre 4 y 6 puntos porcentuales del desempleo se debían a factores estructurales al encontrarse dichos trabajadores inservibles en la nueva «matriz productiva». Puede hoy el país tomar medidas que eleven en el mediano plazo el desempleo en 3-4%? No. Pueden tomarse medidas que aumenten la productividad en el largo plazo sin afectar el empleo? Si.

La automatización o robotización depende de incentivos y restricciones. Consideremos la decisión de comprar una Ferrari. Si el potencial comprador debe pagar tres veces su valor en impuestos, o si solamente la puede usar en una ruta en muy mal estado, no habrá muchas personas interesadas. Lo mismo sucede con la decisión de incorporar tecnología. El Estado puede graduar su adopción mediante medidas de política. Por ejemplo, en el sector automotriz las empresas radicadas en el país ya trabajan con alta tecnología y este sería un caso en el cual una política de apertura tendría más ganancias que pérdidas. En el otro extremo la industria textil necesita tiempo e incentivos para pasar de un modelo mano de obra (esclava?) intensiva a uno que combine robótica con diseño.

Para poder lograr esta transición al desarrollo tecnológico de punta (que hoy en día sólo se encuentra en el sector agrícola) es fundamental educar a los futuros trabajadores. Como dice Campanario en la citada nota

El estudio del BM advierte que la respuesta de políticas públicas al dilema pasa por dar educación de mayor calidad y más ajustada a las necesidades, «en un ámbito donde las reformas tardan muchos años en dar frutos». Tiempo, justamente, es lo que no sobra.

Antes de cambiar la educación, hay que lograr que los chicos vayan a la escuela. La AUH es una política social que requiere la escolaridad de los chicos para que las madres cobren el subsidio. Como ya he comentado hace unos años, en mi opinión el programa es perfectible. Por ejemplo la evaluación a fin de año para determinar si los chicos aprueban el curso (lo que determina el cobro del plus por escolaridad de la AUH, si recuerdo bien) debiera ser mediante un examen estandarizado a nivel provincial o Nacional. Esto lograría que los maestros en lugar de recibir presiones non sanctas para que alumnos sin calificaciones aprueben, recibirían las presiones naturales para hacer su trabajo.

En lugar de escuchar que el gobierno de Macri piensa medidas que perfeccionen la AUH, el propio Presidente anunció una expansión del programa que desvirtúa parte de sus objetivos. Según nota de ayer en La Nación

El Ministerio de Desarrollo Social que encabeza Carolina Stanley, aportó dos proyectos clave. El primero de ellos, la ampliación de la Asignación Universal por Hijo (AUH) sobre la base de fondos asignados por el Banco Mundial, tiene como objetivo incluir al millón y medio de chicos que aún no reciben el beneficio instalado durante la gestión kirchnerista.

Con los fondos anunciados por el Presidente se irán a buscar a los menores excluidos del plan por falta de vacunas o asistencia a clases, requisitos para recibir la asignación.

Las mentes pensantes de Cambiemos, que las hay, qué esperan que pase con los beneficiarios corrientes de la AUH si indiscriminadamente se le empieza a otorgar el subsidio a cualquiera, sin pedir «asistencia a clases»? Lo mismo que pasa con quienes pagan impuestos y ven que Cristóbal López puede evadir $8000 millones como si nada. La (poca) disciplina se pierde y la AUH pasa a ser percibida como un derecho sin obligación.

Le pido a Levy Yeyati, que se estaría incorporando a la Jefatura de Gabinete en estos días, que dado que siente la respiración de un robot en la nuca, le explique a Carolina Stanley que no debiera desvirtuar la AUH, sino todo lo contrario, transformarla en la herramienta que permitirá a las futuras generaciones cobrar el mencionado dividendo digital.


Meditación de Paul Krugman

24/11/2012

Paul Krugman acaba de escribir en su blog un post que debiera ser de lectura obligatoria para los estudiantes de Economía que se quejan de la pluralidad de modelos que usamos para enseñarles herramientas de análisis económico. De hecho me guardo el link de referencia cuando encuentre este tipo de cuestionamientos en el futuro.

El objetivo de Krugman es mostrar que un buen modelo puede ser usado en diferentes contextos y sus implicaciones no obedecen a criterios políticos. Y que un buen economista sabe cuando cambiar sus «modelos»: cuando lo indican los hechos, no por razones ideológicas. Acá uno de los párrafos del post:

Some readers asked, what do I mean by a “model”? The answer is, I’m pretty generous on that front – it could be solved equations, it could be a computer simulation, it could be a physical apparatus like the Phillips hydraulic Keynesian model, or it could just be a carefully written verbal discussion like Hume’s essay on the balance of trade. What makes it a model is that however it’s presented, it involves a careful discussion of micromotives and macrobehavior – that is, it describes what individuals are doing (not necessarily out of perfect rationality), and how that individual behavior adds up to some aggregate outcome. Crucially, it’s not just a set of slogans.

Interesante esto último, pensando en cuanto economista argentino cree que está siendo riguroso cuando solamente balbucea cual papagayo. Cierro con la última frase del post (que debiera ir acompañada de un guiño): 

So you should try to think in terms of models; it will make you a better person.

😉


Un paro docente para no ir a dar clases a Lugano

09/04/2012

Hace varios días que el gobierno de la Ciudad viene anunciando la fusión de un número de cursos en escuelas públicas por falta de alumnos. Hace más de un año, cuando el blog no tenía todavía un mes de actividad, escribí este post sobre la calidad de la educación en nuestro país. Repito el link que puse a un informe de la Dirección de Investigación y Estadística del Ministerio de Educación del Gobierno de la CBA que analiza la evolución de la matrícula en escuelas primarias de la Ciudad entre 2001 y 2008. 

En el informe se pueden ver estadísticas, auténticas, no salidas del INDEC, que muestran que la matrícula total de alumnos en escuelas públicas cayó en 2643 alumnos en ese período. La información dice que en siete distritos (mayormente en la zona norte de la Ciudad) la caída fue de 6045 alumnos, mientras que en seis distritos (mayormente en la zona sur) registraron un aumento de 4418 alumnos. Los números no mienten y son consistentes con las explicaciones del ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich: se cierran cursos que tienen pocos alumnos en la zona norte y se busca trasladar docentes a la zona sur.

Hoy el gremio Ademys anunció un paro antes de reunirse esta tarde, como estaba previsto, con Bullrich. De esta forma desnuda el propósito político de su accionar, implícitamente reconociendo la razón de los argumentos del gobierno porteño (y la dificultad de defender sus «privilegios»). Además como economista no dejo de pensar que paro injustificado hoy resulta en caída en la matrícula mañana en la medida que la incapacidad de llevar los hijos a la escuela da incentivos a los padres a pagar una privada que sea más confiable. O sea, docentes miopes que se pegan un tiro en el pie. Todo lo contrario de lo pretendido por el secretario de prensa del gremio que dijo:

Se deben discutir políticas inclusivas, para que los chicos vuelvan a la escuela pública y para que los que están afuera del sistema educativo vuelvan a la escuela

Es de esperar que teniendo hechos concretos que respalden las decisiones de la cartera educativa, el gobierno de Mauricio Macri no de el brazo a torcer en este reclamo de docentes que no quieren ir a trabajar a la zona sur pues prefieren tener a cargo cursos de menos de diez alumnos en Belgrano que treinta o cuarenta en Lugano. Estas actitudes recuerdan la tendinitis de los trabajadores del subte con la recarga de la SUBE y dan, con el perdón de Fito, asco


El premio Nobel y el plan de estudios

18/10/2011

Este año no iba a escribir sobre el premio Nobel que recibieron Thomas Sargent y Christopher Sims, pero viendo que al mismo tiempo se discute la reforma del plan de estudios de Economía en algunas universidades públicas van una reflexiones a dos bandas.

Sobre el Nobel a Sargent y Sims se ha escrito bastante. Refiero a los posts de Iván Werning en Foco Económico y Jesús Fernández-Villaverde en Nada es Gratis. Viendo la lista de ganadores en los últimos años, destacamos la siguiente progresión de macroeconomistas:

  • Robert Lucas Jr. en 1995
  • Robert Mundell en 1999 (international finance más que macro)
  • Edward C. Prescott y Finn Kydland en 2004
  • Edmund Phelps en 2006
  • Peter Diamond, Dale Mortensen, Christopher Pissarides en 2010 (modelos de búsqueda)
  • Thomas Sargent y Christopher Sims en 2011

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