A fines del 2016 hice un balance del primer año del gobierno de Mauricio Macri y para generar polémica titulé «Autopsia del gobierno de Macri». El punto de la nota era que el rumbo económico del gobierno estaba equivocado y de persistir en el mismo terminaría con el regreso del peronismo en 2019.
Me equivoqué en el timing, ya que supuse tendría una peor performance electoral en las elecciones de medio término que la que tuvo, y preveía una degradación gradual y no de shock (pun intended). Pero acerté en conjeturar que Macri sería el primer presidente no peronista en terminar su mandato en más de 90 años. Y en lo que creo llevó a prolongar el hipergradualismo:
Creo que el gobierno no va a cambiar el rumbo este año. En parte por los ingresos extraordinarios del blanqueo que le van a impedir ver lo insostenible de su política fiscal. También porque en ocho años de gobierno en la Ciudad, Macri mostró a) poca preocupación por el rojo de las cuentas fiscales municipales, y b) reticencia a hacer cambios de gabinete. Además hay que agregar que buena parte de los cuadros técnicos del gobierno son realmente progresistas y están convencidos que el Estado debe tener una presencia importante en la economía.
En definitiva, lo mejor que puede pasar es que, directa o indirectamente, el gobierno se acerque a un populismo eficiente y aunque pierda las elecciones le suba la vara para el gobierno peronista que lo suceda. Una vez más, un logro no menor. Pero que palidece al lado de lo que pudo ser.
También creo que se logró subir la vara, pero desde un nivel muy bajo, y no por mucho.
Lo que voy a hacer en el resto de este análisis del gobierno de Cambiemos es resaltar cuatro hechos que ameritan ser investigados a fondo, tarea que dejo para los especialistas en el tema.
Primero. El sinsentido de atar el blanqueo de capitales a la «reparación histórica de las jubilaciones» (que como manda la historia ya se están descomponiendo). Da la sensación que los amigos y familiares del poder le suplicaron al presidente que les diera un blanqueo como condición necesaria para invertir. Es una pena que no le aclararan que no era una condición suficiente. La oposición entendió que la mejor forma de conseguir matar ese propósito era expandir el gasto y que nadie en su sano juicio invierte cuando los impuestos futuros son confiscatorios (y en esta oración resumí mi análisis del paquete de medidas aprobadas estos días en el Congreso). El gobierno no entendió esto o si lo entendió no supo/quiso/pudo dar marcha atrás.
Segundo. Matar la independencia del Banco Central a poco que la reforma tributaria en EEUU presagiara que durante 2018 la Reserva Federal iba a subir la tasa de interés. En el momento en que más que se necesitaba tener confianza se la dilapida. Es bien sabido que Marcos Peña y su equipo tuvieron fuerte gravitación en esta decisión fatídica pero sería bueno entender mejor qué pasó y porqué no pudo primar la racionalidad económica. Ver acá y acá.
Tercero. Este hecho no atañe directamente al gobierno argentino. Se trata de la recategorización de Argentina como mercado emergente en mayo de 2018, es decir cuando la crisis ya se había desatado e incluso se dudaba que Morgan Stanley Capital International fuese a tomar esta medida. Lo más razonable es que se hubiese mantenido la categoría de mercado de frontera o que la recategorización hubiese ocurrido en 2017. Por qué no fue así? Avaricia. La deuda emitida como mercado de frontera tiene que pagar una tasa de interés más alta. Y a principios de 2018 ya los mercados de deuda se estaban cerrando con lo cual esta ganancia desaparece, mientras que la recategorización le permite a los tenedores de bonos venderlos a mejor precio que si fuesen bonos basura de frontera.
Cuarto. El último hecho es el que en mi opinión liquidó las chances de reelección de Macri y para el cual no distingo claramente la identidad del «villano». Después de la corrida de septiembre de 2018 el gobierno impone una política monetaria de fuerte restricción en la creación de dinero. Estaba contemplado en el programa con el FMI que la inflación de este año sería de un 17% y se alcanzaría el equilibrio fiscal primario. Pero entre mediados y fines de enero circularon comentarios entre analistas que, dada la indexación del gasto (principalmente jubilaciones) era imposible cumplir con los compromisos fiscales si la inflación seguía en su trayectoria declinante (en ese momento era posible preveer terminar el año debajo del 20%). Repito lo que dije en su momento, hasta Daniel Artana estaba de acuerdo con este razonamiento! (ver acá) Yo creo que el mismo sector del gobierno que se estaba equivocando con sus diagnósticos desde diciembre de 2015 (Peña?) hizo estas cuentas y que estaba pidiendo a gritos más inflación. Para reasegurar al sector privado de esto el Banco Central volvió a cometer el error del año anterior: bajar las tasas antes de terminar de domar la inflación. Me dirán que con el diario del lunes es fácil hablar, pero qué logros pudo mostrar Macri para las PASO? Nada, salvo vanas promesas que la inflación ahora sí estaba bajando.
Los próximos análisis de economía doméstica serán sobre la política del nuevo gobierno. Cierro esta autopsia con la misma sensación que tenía hacer tres años: La grieta entre el potencial del gobierno de Cambiemos y su realidad fue enorme.