Ayer Javier Milei, contra todo pronóstico hecho antes de las PASO, se convirtió en el próximo presidente del país. Ya comenzaron a circular algunos anuncios, como privatizar YPF, la TV Pública, Radio Nacional y Télam. Estoy completamente de acuerdo con las últimas tres, pero creo que lo de YPF habría que reconsiderarlo ya que en la Argentina el nacionalismo sigue siendo fuerte (aunque hoy, coyunturalmente, la «libertad» prevalezca).
En algún momento defendí en este blog buscar una estructura mixta para todas las empresas públicas (lo que implica privatizar algunas y estatizar otras), siempre con un reaseguro de buena administración. Sobre este último punto es cierto que YPF hoy no tiene el mejor equipo de conducción que podría tener y hay que cambiarlo. Más importante es asegurarse que en el futuro un gobierno de otro signo no pueda, al menos fácilmente, revertir esa situación.
Pero vayamos al título de este post, ya que todavía no hay plan económico que evaluar. Lo de blindaje viene a cuento de armar una estructura de poder que le permita a Milei sobrevivir por cuatro años y no tener un final anticipado al estilo Fernando de la Rúa. Para ello por un lado tendrá que pactar con más de un partido político (con JxC no alcanza) mirando con mucho cuidado quienes tienen un interés estratégico en que al menos llegue a diciembre de 2025.
Según la legislación vigente, en caso de acefalía, luego de agotarse las sucesiones naturales (vicepresidente, presidente provisorio del Senado, presidente de la Cámara de Diputados, presidente de la Corte Suprema), la persona a cubrir la presidencia se elige en Asamblea Legislativa entre los senadores, diputados y gobernadores. Estas son las personas que hoy podrían tener un interés en que la presidencia de Milei resulte un fiasco y tenga que renunciar (anoto dos, Axel Kicillof y Waldo de Pedro).
De la misma forma, hay que ver quienes son políticos importantes que no tienen uno de estos cargos de momento, empezando con Mauricio Macri y Sergio Massa. Massa que acaba de perder las elecciones no se beneficiaría con una caída vertiginosa de su «protegido» Milei. Esto es importante pues podría ser un aliado táctico para al menos el primero año de gobierno (lazos ya tienen).
Igual habría que cuidarse pues en 2025 Massa podría postularse como diputado y pasar a engrosar el lote de cazadores de la presidencia. No nos olvidemos que recién en diciembre de 2001 asume Eduardo Duhalde como senador y, o casualidad, el asedio a de la Rúa se intensifica ese mismo mes (por supuesto que Duhalde tuvo que limar primero a Adolfo Rodríguez Saá). Tu quoque, Brute.
Blindarse es importante porque de otra manera Milei no tendrá al menos una ventana de dos años para implementar reformas y, en base al éxito (al menos parcial) de las mismas, agrandar su base de poder. Por supuesto que esto implica aceptar un marco de acción limitada para dichas reformas en la medida que los socios del blindaje van a querer alguna contraprestación.
Es por eso que el socio natural es JxC, o al menos una fracción mayoritaria del mismo. Y digo JxC y no solamente el PRO porque los radicales que han ganado varias gobernaciones este año tienen un interés genuino en ser parte del cambio (al menos para limitar ciertas medidas que puedan repercutir en sus economías). Pero como dije arriba con JxC no alcanza. El siguiente candidato natural es el peronismo no kirchnerista encabezado por Juan Schiaretti, que hizo una buena elección en octubre. Y finalmente, en menor medida y con obvios reparos, el Frente Renovador de Massa.
Como mencioné arriba, este blindaje requiere sacrificar cierto margen de acción. Cuanto dependerá de la cintura política para maniobrar entre las distintas partes de esta «alianza» amorfa logrando su cohesión al mismo tiempo que se rota entre los miembros para armar coaliciones circunstanciales para cada paquete de reformas (e.g. algunas no las votará la UCR y si el peronismo y otras será a la inversa).
Esto recién empieza.