Historia de dos políticas: FMI y Argentina

Una de las ventajas del kirchnerismo, de cara a las elecciones presidenciales en octubre, es la fragmentación de la oposición. Esta ventaja se amplifica por el aumento en la imagen positiva del gobierno a partir de la muerte de Néstor Kirchner, tal y como lo revelan varias encuestas (e.g. ver acá el website del Indice de Confianza en el Gobierno que confecciona la UTDT). El salto inicial en la popularidad del gobierno se debió al efecto «duelo», pero la persistencia observada se debe mayormente a la recuperación económica. Como escribí el miércoles, errores de diagnóstico tienen efectos nocivos al no permitirnos reaccionar cuando es necesario hacerlo: la oposición no planteó, hasta ahora, un proyecto de país alternativo (esperaba ganar por error del rival y no por mérito propio) y de momento se debate entre una pelea real por el poder o una testimonial.

Una situación similar se vive en el FMI a raiz de la necesidad de elegir un Director General que reemplace a Dominique Strauss-Kahn. Por un lado está el «partido» que espera ser reelegido, y por el otro está la «oposición» dispersa que no consensúa un candidato con una plataforma alternativa al «modelo» vigente. Con «partido» que detenta el poder me refiero a Europa que conjuntamente representa más del 35% de los votos en el organismo, y que recientemente anunció su apoyo en masa a la candidatura de Cristine Lagarde, actual ministra de Economía en Francia. Si a estos votos les sumamos el 17% que tiene EEUU, y que mediante un pacto de reciprocidad apoya a los candidatos europeos al FMI a cambio de la devolución de favores para los candidatos norteamericanos al Banco Mundial, la suerte está echada.

En gran parte esto se debe a que, a pesar de tener motivos fundados para exigir una mayor participación en el proceso de votación del FMI, los países emergentes no logran consensuar una candidatura, ni modificaciones a la Carta Orgánica del organismo (que sean políticamente viables). Y lo curioso, como reporta en su última edición The Economist, es que se insista en que un Director General europeo es mejor, «porque la mayoría de los problemas hoy están en Europa»,

Moreover, the case against appointing a euro-zone finance minister as head of the IMF now is overwhelming. The main issue facing the fund is the euro zone. The fund is supposed to be an impartial arbiter of good economic policy. It is the only organisation likely to force a rethink of the euro zone’s failed strategy towards Greece, Ireland and Portugal. There were already fears that Mr Strauss-Kahn’s presidential ambitions led the fund to be too soft on Europe. Ms Lagarde has played a central role in forming the euro zone’s response to its debt crisis, and whatever her private views, she has a public record of defending the indefensible. Staggeringly, some Europeans have tried to argue that only one of their own can understand their continent’s complex politics; imagine the laughter if somebody had made the same argument for Argentina’s finance minister in the 1980s or Thailand’s in 1997.

A diferencia del semanario inglés, yo no creo que los países emergentes consensúen una candidatura alternativa viable de aquí al 10 de junio (fecha límite para presentarlas), pero en el futuro si lo planifican bien, y no se dejan sorprender por la «muerte política» del Director General por un escándalo sexual, quizás lo logren. Para nuestro país todavía tengo esperanzas. En gran parte porque cuatro años más de populismo radicalizado me horrorizan. 

2 Responses to Historia de dos políticas: FMI y Argentina

  1. Natalio Ruiz dice:

    Con el argumento del Economist en 2001 tendríamos que haber abogado por un presidente argentino del FMI. Cómo nos dormimos.

    Saludos