Billetes para todos

24/02/2012

Hasta la tragedia de Once, el tema del mes venía siendo el de las relaciones non sanctas entre Amado Boudou y la impresora Ciccone resucitada con The Old Fund. Recuerdo haberme enterado de este nuevo ejemplo de corrupción a través del blog de Jorge Asís, y haber pensado en ese momento que entendía mejor el por qué no tenemos papel moneda de mayor denominación que el Roca de cien pesos.

La hipótesis más barajada por analistas hasta la fecha, la menciona un post reciente de Cosas que Pasan, era que el gobierno se rehusaba a convalidar la inflación acumulada desde la intervención del INDEC (nota al pie: con respecto al INDEC ver lapidario editorial en el último The Economist). Con el mismo argumento se podía publicitar la innovación como respondiendo a la mayor riqueza genuina de los argentino. Creo que al kirchnerismo le hubiese encantado construir este relato, de paso estampando la cara de Néstor en uno de los billetes.

La sucesión en el tiempo de los acontecimientos es sospechosa. Fue a mediados de 2010 que la Casa de la Moneda vió su capacidad sobrepasada para abastacer los billetes de cien que la emisión del BCRA necesitaba y se recurrió a Brasil. Los primeros pesos «reales» llegaron al país en diciembre de 2010. A causa de posibles problemas de abastecimiento un diputado de la oposición sugirió la entrada en circulación de un billete de 200 pesos. Lo que en ese momento no sabíamos, para entender la sordera oficial, era que en octubre de ese mismo año Boudou y sus amigos estaban levantado la quiebra de Ciccone.

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