En la anterior entrada empecé a delinear lo que para mí son ideas para un plan integral creíble. En resumen sugiero ratificar el acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur para «comprar» credibilidad y reglas que ordenen la economía doméstica. Y como ejemplo de los efectos de equilibrio general que harían más valioso el acuerdo (para convencer a los nacionalistas populistas del hay que vivir con lo nuestro) mencioné que la reducción programada de retenciones puede ayudar a atraer inversiones chinas para extender la frontera agropecuaria.
Hoy voy a continuar con el sector energético. Gracias a la incompetencia kirchnerista para expropiar YPF en 2012 (en este blog hay varias notas sobre la petrolera escritas en esa época) y para manejar la política energética en general, este tema está bastante presente. Por caso este sábado Néstor Scibona escribió una nota en La Nación sobre los esfuerzos de este (des)gobierno para revertir errores.
Sólo cuando se completen el GPNK II y estas obras [para revertir el sentido de gasoductos de TGN y vender gas a Brasil via Bolivia], la Argentina podrá convertirse en exportador a gran escala de gas y de GNL a mercados de ultramar, que llevará tiempo y millonarias inversiones privadas hasta que se concrete alguno de los proyectos para instalar plantas de licuefacción de gas, fijas o flotantes.
Por eso el ministro habló en Neuquén de un Plan 2030 de exportación energética como política de Estado, aunque incluyó solamente una ley de promoción del GNL que prometió enviar al Congreso en los próximos días.
El proyecto prevé que las compañías que inviertan al menos US$1000 millones tendrán acceso hasta el 50% de las divisas obtenidas por sus exportaciones de GNL, estabilidad en la regulación cambiaria y beneficios fiscales. También el suministro y transporte de gas natural asegurado y autorización de exportaciones en firme, aunque sólo a través de gasoductos que lleguen a las plantas de licuefacción. Aun así, hay dudas de que vaya a ser aprobado por la oposición de Juntos por el Cambio mientras se mantenga en pie el proyecto K de juicio político a la Corte Suprema de Justicia.
Vaca Muerta tiene un gran potencial y aprovecharlo es posible. Un gasoducto de gran caudal a Bahia Blanca puede ayudar a la expansión de la industria petroquímica de la zona, así como también a la construcción de un planta de licuefacción para producir gas licuado y exportarlo. Dado que esto último requiere una inversión significativa es necesario tener garantías de acceso al fluído. Y para ello hay que garantizar un precio razonable a los productores. Hoy el precio está regulado y deprimido, pero con una planta de licuefacción debiera converger al internacional. Esto cierra un círculo virtuoso.
En un país como la Argentina esta red de incentivos requiere que el Estado tenga una participación importante para reducir los incentivos a consumir stocks y expropriar inversiones privadas (en forma indirecta como ser reducir tarifas una vez las inversiones fueron realizadas). Es decir como logramos que el anterior círculo virtuoso no se vuelva vicioso.
Implica esto que el «Gran Gasoducto» tenga que ser público? No necesariamente. No nos olvidemos que YPF fue estatizada y eso no resolvió todos los problemas de sector. Aunque es importante notar, como hace Daniel Dreizzen en esta entrevista que le hizo Luciana Vázquez para La Nación que la producción no convencional en Vaca Muerta es de los pocos sectores que hay crecido fuerte en el último gobierno kirchnerista.
¿Qué hace falta para aumentar la producción? Productividad, que ya está. Precio: hay un precio local o uno internacional relativamente bueno para este tipo de inversiones. Pero hay dos problemas principales. Uno es general, macroeconómico: las condiciones económicas para que entre plata fresca de afuera, que todavía no llega. El otro problema es que, es tanto el potencial del sector, que se necesitan obras para poder evacuar el petróleo y el gas. El principal cuello de botella para el desarrollo de Vaca Muerta hoy es la infraestructura…
Hay otros problemas, pero el régimen fiscal petrolero no pareciera ser uno de ellos cuando uno analiza por qué no vienen las inversiones o por qué no crecen más rápido. A pesar de todos los descalabros macroeconómicos, no hay tantos sectores que hayan crecido. Pero en el sector hay un tema de velocidad. Va a crecer, va a seguir creciendo porque es muy productivo: la decisión que tenemos que tomar como país es a qué velocidad queremos que se desarrolle: ¿fuerte o muy lento?
Los últimos gobiernos parecen coincidir en la importancia en desarrollar el potencial de Vaca Muerta antes que sea tarde y se dan cuenta que la invasión rusa en Ucrania les da un «dividendo» que debieran aprovechar. De hecho es probable que si el actual gobierno no fuese tan débil veríamos más medidas. Tratemos de consensuar lo más rápido posible esas reglas que necesita el sector para pasar de ser una carga para el fisco y un drenaje de reservas a ser una fuente de ingresos y divisas.
Donde quedarán diferencias es en el grado de subsidios al consumo. Pero en un contexto en el que se haya derrotado a la inflación las diferencias serán menores (no hay que olvidar que el kirchnerismo congeló las tarifas en BA y GBA porque en el último está su base electoral y también porque para la medición de la inflación son las únicas tarifas que toma el INDEC) y el sector no tendrá problemas en adaptarse a propuestas de subsidios de 5, 10 o 20%.
Cómo se derrota la inflación? Eso es tema para otra nota.