Ideas para un plan, 2

25/04/2023

En la anterior entrada empecé a delinear lo que para mí son ideas para un plan integral creíble. En resumen sugiero ratificar el acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur para «comprar» credibilidad y reglas que ordenen la economía doméstica. Y como ejemplo de los efectos de equilibrio general que harían más valioso el acuerdo (para convencer a los nacionalistas populistas del hay que vivir con lo nuestro) mencioné que la reducción programada de retenciones puede ayudar a atraer inversiones chinas para extender la frontera agropecuaria.

Hoy voy a continuar con el sector energético. Gracias a la incompetencia kirchnerista para expropiar YPF en 2012 (en este blog hay varias notas sobre la petrolera escritas en esa época) y para manejar la política energética en general, este tema está bastante presente. Por caso este sábado Néstor Scibona escribió una nota en La Nación sobre los esfuerzos de este (des)gobierno para revertir errores.

Sólo cuando se completen el GPNK II y estas obras [para revertir el sentido de gasoductos de TGN y vender gas a Brasil via Bolivia], la Argentina podrá convertirse en exportador a gran escala de gas y de GNL a mercados de ultramar, que llevará tiempo y millonarias inversiones privadas hasta que se concrete alguno de los proyectos para instalar plantas de licuefacción de gas, fijas o flotantes.

Por eso el ministro habló en Neuquén de un Plan 2030 de exportación energética como política de Estado, aunque incluyó solamente una ley de promoción del GNL que prometió enviar al Congreso en los próximos días.

El proyecto prevé que las compañías que inviertan al menos US$1000 millones tendrán acceso hasta el 50% de las divisas obtenidas por sus exportaciones de GNL, estabilidad en la regulación cambiaria y beneficios fiscales. También el suministro y transporte de gas natural asegurado y autorización de exportaciones en firme, aunque sólo a través de gasoductos que lleguen a las plantas de licuefacción. Aun así, hay dudas de que vaya a ser aprobado por la oposición de Juntos por el Cambio mientras se mantenga en pie el proyecto K de juicio político a la Corte Suprema de Justicia.

Vaca Muerta tiene un gran potencial y aprovecharlo es posible. Un gasoducto de gran caudal a Bahia Blanca puede ayudar a la expansión de la industria petroquímica de la zona, así como también a la construcción de un planta de licuefacción para producir gas licuado y exportarlo. Dado que esto último requiere una inversión significativa es necesario tener garantías de acceso al fluído. Y para ello hay que garantizar un precio razonable a los productores. Hoy el precio está regulado y deprimido, pero con una planta de licuefacción debiera converger al internacional. Esto cierra un círculo virtuoso.

En un país como la Argentina esta red de incentivos requiere que el Estado tenga una participación importante para reducir los incentivos a consumir stocks y expropriar inversiones privadas (en forma indirecta como ser reducir tarifas una vez las inversiones fueron realizadas). Es decir como logramos que el anterior círculo virtuoso no se vuelva vicioso.

Implica esto que el «Gran Gasoducto» tenga que ser público? No necesariamente. No nos olvidemos que YPF fue estatizada y eso no resolvió todos los problemas de sector. Aunque es importante notar, como hace Daniel Dreizzen en esta entrevista que le hizo Luciana Vázquez para La Nación que la producción no convencional en Vaca Muerta es de los pocos sectores que hay crecido fuerte en el último gobierno kirchnerista.

¿Qué hace falta para aumentar la producción? Productividad, que ya está. Precio: hay un precio local o uno internacional relativamente bueno para este tipo de inversiones. Pero hay dos problemas principales. Uno es general, macroeconómico: las condiciones económicas para que entre plata fresca de afuera, que todavía no llega. El otro problema es que, es tanto el potencial del sector, que se necesitan obras para poder evacuar el petróleo y el gas. El principal cuello de botella para el desarrollo de Vaca Muerta hoy es la infraestructura…

Hay otros problemas, pero el régimen fiscal petrolero no pareciera ser uno de ellos cuando uno analiza por qué no vienen las inversiones o por qué no crecen más rápido. A pesar de todos los descalabros macroeconómicos, no hay tantos sectores que hayan crecido. Pero en el sector hay un tema de velocidad. Va a crecer, va a seguir creciendo porque es muy productivo: la decisión que tenemos que tomar como país es a qué velocidad queremos que se desarrolle: ¿fuerte o muy lento?

Los últimos gobiernos parecen coincidir en la importancia en desarrollar el potencial de Vaca Muerta antes que sea tarde y se dan cuenta que la invasión rusa en Ucrania les da un «dividendo» que debieran aprovechar. De hecho es probable que si el actual gobierno no fuese tan débil veríamos más medidas. Tratemos de consensuar lo más rápido posible esas reglas que necesita el sector para pasar de ser una carga para el fisco y un drenaje de reservas a ser una fuente de ingresos y divisas.

Donde quedarán diferencias es en el grado de subsidios al consumo. Pero en un contexto en el que se haya derrotado a la inflación las diferencias serán menores (no hay que olvidar que el kirchnerismo congeló las tarifas en BA y GBA porque en el último está su base electoral y también porque para la medición de la inflación son las únicas tarifas que toma el INDEC) y el sector no tendrá problemas en adaptarse a propuestas de subsidios de 5, 10 o 20%.

Cómo se derrota la inflación? Eso es tema para otra nota.


Ideas para un plan, 1

30/03/2023

Está por empezar la campaña electoral con un panorama abierto, no por el ganador sino por el modelo de país para el futuro, como no se veía desde 2003. En aquel entonces la elección presidencial que terminó coronando, por abandono, a Néstor Kirchner tuvo lugar luego de una crisis que comenzó en enero de 1999 en Brasil y que explotó tres años más tarde. Ahora estamos en otra crisis cuyo comienzo es más difuso y cuya explosión todavía no tuvo lugar.

Con la reciente renuncia de Mauricio Macri a ser un pre-candidato por JxC se empieza a despejar el juego en el espacio del que, con altísima probabilidad, surgirá el próximo presidente. Pero a menos de siete meses de las elecciones la oposición no ha presentado todavía un plan de gobierno. Hay solamente ideas vacías y expresiones de deseo. Y en mi opinión JxC ya me (nos?) engañó una vez y no le daré mi voto simplemente porque no hay mejor alternativa. Al igual que en 2019 anticipo que en tal caso votaría en blanco.

Entiendo que sea difícil hacer campaña sobre el caballo del ajuste. Pero de ahí a considerar los necesarios recortes del gasto público como una singularidad aberrante (una especie de agujero negro) que debe ser negada o abjurada hay un trecho. Es cierto que este año, a diferencia de 2015, la discusión shock o gradualismo parece haber pasado de «el mínimo shock necesario», a «el máximo shock posible». Pero hay dos problemas. Por un lado, y como dije arriba, no se explicita el ajuste. Por otro lado un gran shock sin un plan integral es, bueno, solamente un shock.

En esta, y en una serie de notas a publicar en los próximos meses, quiero contribuir a la construcción y explicitación de un plan. Partamos de la base que la Argentina tiene hoy nula credibilidad que le impide explotar a fondo sus riquezas. Conjeturemos que estas riquezas podrían, en caso de ser utilizadas de acuerdo a su potencial, duplicar el nivel de producto per capita del país (veremos al final de esta serie de notas si la conjetura es realista o no). Con este incentivo, y la mencionada restricción, veamos qué se puede hacer.

La Argentina tiene hoy un instrumento para ganar credibilidad en poco tiempo. Consiste en ratificar el acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur. Ya escucho las voces críticas diciendo que muchos sectores industriales del país saldrán perdiendo y que numerosas empresas terminarán en la quiebra condenando a multitudes de trabajadores al desempleo. Mi primera reacción es decir «¿y qué?» condensando la bronca que me despiertan estos pseudo-industriales cuya única ventaja comparativa es en hacer lobby.

Es cierto que el principio de acuerdo comercial podría ser más ventajoso para la Argentina pero la realidad es que refleja un compromiso entre 27 países por la UE y 4 por el Mercosur. Nuestro acuerdo «ideal» no tendría consenso. Aferrarse a él equivale a negar un acuerdo y permanecer aislados del mundo. Aceptarlo con sus imperfecciones equivale a tomarlo como Norte que guiaría el desarrollo económico del país por los próximos veinte años. Y es en esta faceta normativa que el acuerdo es extremadamente valioso pues ordena expectativas y actúa como lo fue la convertibilidad en 1991: una espada que corta un nudo gordiano (la hiperinflación en ese entonces, la nula credibilidad hoy).

Para ser modernos va un breve resumen del acuerdo comercial obtenido via una serie de consultas con Chat GPT, con énfasis en el sector agropecuario y las retenciones:

El acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur establece un marco para el comercio de productos agropecuarios entre ambas partes. En términos generales, el acuerdo permite a los productos agropecuarios del Mercosur acceder a los mercados de la UE sin ser penalizados por aranceles aduaneros, lo que significa que los productos sudamericanos pueden ser vendidos más fácilmente en Europa.

El acuerdo incluye una lista de productos agropecuarios que estarán sujetos a reducciones arancelarias o a la eliminación completa de las tarifas aduaneras, y también establece un sistema de cuotas para ciertos productos agropecuarios sensibles. Estas cuotas se establecen para proteger a los productores europeos de una posible inundación de productos agropecuarios importados, y se limitan a productos que se consideran sensibles. Entre los productos agropecuarios sujetos a cuotas se encuentran:

  • Carne bovina
  • Azúcar
  • Productos lácteos
  • Maíz
  • Soja

El acuerdo prevé la eliminación gradual de las retenciones aplicadas por el Mercosur a una amplia gama de productos agrícolas e industriales exportados por la UE. Esta eliminación se llevará a cabo de manera progresiva y se completará en un plazo determinado. Además, el acuerdo establece medidas para prevenir la imposición de nuevas retenciones en el futuro, y para solucionar cualquier disputa que surja con respecto a las retenciones existentes.

Las cuotas a las principales exportaciones agropecuarias del país han servido de excusa para criticar el acuerdo. Excusa de los pseudo-industriales, no de los productores agropecuarios y la agroindustria. En forma similar, la eliminación de las retenciones es una de las principales razones por las cuales la «casta» política rechaza el acuerdo pues le quita una de sus principales fuentes de financiamiento (aunque hoy en día con los desarrollos informáticos y de imagen satelital el cobro de impuestos a la producción agropecuaria debiera ser cosa de coser y cantar).

Pero esta es una visión de equilibrio parcial, que no tiene en cuenta las avenidas de desarrollo que se le abren al país si se ve obligado a un sendero de reducción y eventual eliminación de las retenciones. Durante décadas en la Argentina vivimos aferrados a una idea postulada en 1962 por Guido Di Tella y Manuel Zymelman: El desarrollo del país estaba estancado porque se había agotado la renta en la frontera y por ende la red ferroviaria para explotarla había dejado de expandirse. La solución pasaba por pasar a desarrollar el sector industrial.

Por décadas a nadie se le ocurrió que la causalidad podría ser inversa, que por motivos ajenos al país la red ferroviaria había dejado de expandirse y eso impedía la continuidad del desarrollo agropecuario. Y es que los ferrocarriles, como es bien sabido, eran propiedad de inversores británicos y, o casualidad, estas inversiones comenzaron a ralear a partir de la Primera Guerra Mundial. Coincidencia o causalidad?

Argumentos académicos al margen nadie postula hoy en día que la frontera agropecuaria permanece inalterada. Los progresos tecnológicos en el cultivo de la soja han extendido su cultivo en el norte del país con la deforestación masiva de la selva chaqueña (como en temas ambientales referidos a la minería o el uso de técnicas de fracking para la explotación de yacimientos shale creo que se puede encontrar un balance, pero no es el punto esencial de esta nota). De manera que la frontera se expande.

Ahora bien, con la reducción de retenciones será posible que áreas hoy consideradas marginales se vuelvan productivas, expandiendo aún más la frontera. Pero ¿con qué recursos construiremos la infraestructura necesaria para hacer realidad ese potencial? Es acá donde podemos poner patas arriba las cuotas que requiere la UE para firmar el acuerdo. Para ello hay que mirar hacia otro continente.

Hace unas semanas en The Economist publicaron una nota sobre las relaciones entre nuestro país y China. Comienza diciendo que en 2018 China aceptó abrir sus mercados a la carne argentina para encontrarse con el cierre intempestivo de las exportaciones en 2021. La esencia de la nota está resumida en este párrafo:

Cleverer engagement would yield huge benefits. Argentina desperately needs capital; China has deep pockets. China craves minerals; Argentina has mountains of them. Rather than exploit those economic opportunities, Argentina’s current government of prickly left-leaning Peronists has given priority to political and diplomatic ties with China, which alarms the United States. A more pragmatic one would seek to get along well with both big powers, while taking full advantage of the way the Argentine and Chinese economies complement each other. Argentina’s next national election, due in October, may bring such a government to power.

Entonces el país podría argumentar que la limitación de sus exportaciones agropecuarias a la UE, sumada al incentivo a la producción de la reducción de las retenciones crea una oportunidad para que capitales chinos vengan a invertir en la infraestructura necesaria para que áreas marginales puedan llevar su producción a bajo costo a los principales puertos del país, de donde serían exportadas a China. Es decir, recrear la relación simbiótica que tuvimos con el Reino Unido, ahora con China. Y al hacerlo en el sector primario no despertar la ira de los Estados Unidos.

Con la UE tendremos una alianza comercial que vertebraría el desarrollo del país (la industria se expandiría en ciertos sectores y contraería en otros, hay años para suavizar esta transición). Con China tendríamos una alianza de inversión en infraestructura que nos permitiría ir más allá de lo que podríamos hacer solamente con la UE. Y los EEUU mantendrían su rol de inversores en otros sectores y proveedores de financiamiento como lo han hecho hasta ahora, mirando con reojo los lazos con China, pero agradeciendo la mayor estabilidad en las relaciones. Win, win, win.

EXPOST: en los comentarios mantengo un diálogo con chofer fantasma en el que él cuestiona que China hoy tenga recursos para invertir como en el pasado. Le respondo que la Argentina hace tan mal las cosas que el margen para atraer capitales es grande. Pocos días después Diego Cabot escribió esta nota en La Nación donde muestra con números lo distorsionada que está la logística en el país. Además me imagino que frente a Xi Jinping los Moyano arrugan.


Deriva 2

09/09/2022

A mediados de Julio escribí un post sobre la nada que era Silvina Batakis al frente de Economía y la deriva que caracterizaba al país. A pocos días del post finalmente el presidente y la vice aceptaron el ingreso de Sergio Massa al gobierno y parecía que el abismo tan cercano insuflaba (cierta) racionalidad.

Pero la semana pasada tuvimos un atentado/happening que nos mostró que cualquier construcción que vemos está en el aire, es humo. Empecemos con la dualidad del episodio visto en la puerta de la casa de Cristina Kirchner. Parece un intento burdo de atentado. Así se lo ve en los videos. Pero también el análisis de esos videos revela que pudo ser, como sigue creyendo la mitad de la población, una puesta en escena para devolverle a Cristina un poco del apoyo que el dictamen del fiscal Diego Luciani le había quitado.

Si nos remitimos a los hechos lo que vemos es el accionar burdo de la custodia de Cristina (estando la Policía Federal en lugar de la Metropolitana por orden de un juez militante), la aparición en repetidas ocasiones del agresor Fernando Sabag Montiel y su pareja, Brenda Uliarte, en Crónica TV un medio kirchnerista. El borrado de los contenidos del celular de Montiel mientras estaba en custodia de fuerzas de seguridad dependientes del gobierno nacional. El uso (y abuso) político del affaire pistola por parte del gobierno a escasos minutos del hecho. El intento de mantenerlo en la agenda para tapar otras noticias, como ser los ajuste que intenta hacer Massa.

Sin entrar en una interpretación del hecho, lo visto muestra un sistema político divorciado de la realidad (al común de la gente le importa más su situación económica y la inflación), envuelto en internas y a) dispuesto a cualquier cosa con tal de retener el poder el gobierno, b) no dispuesto a presentar alternativas para volver al poder la oposición. Así no hay futuro.

Tomemos hechos recientes para ver a la Argentina en espejo. Por un lado el domingo en Chile se votó masivamente por rechazar la propuesta de constitución redactada por una Asamblea que reflejaba los humores del clima de efervescencia de la revueltas de 2019 y no las preferencias del ciudadano promedio. Una lectura es que la Asamblea no supo ver que el referendum era un límite a su capacidad de rediseñar las instituciones o no pudo contener los intereses diversos de los constituyentes. El rechazo fue aceptado por el gobierno y se trabaja a futuro, tomando en lo posible las lecciones del caso. En la Argentina se puede ver que el kirchnerismo ha intentado (a veces con éxito) arrollar las instituciones remanentes del sistema republicano de gobierno y a pesar del rechazo de la sociedad (en elecciones y en cacerolazos) insiste redoblando esfuerzos.

Ayer falleció la Reina Isabel II en el Reino Unido y a pesar de ser una noticia esperaba dada su edad ese país se conmovió con la noticia y hasta los medios de izquierda le rinden tributo por haber sido un factor aglutinante tan importante para la sociedad británica durante 70 años (pensemos todo lo que pasó, tanto en ese país como en el mundo, mientras fue reina). En el largo plazo el temor es al deterioro del valor social de la monarquía con un rey distinto, que no pareciera tener las virtudes de su madre. En contraste, el affaire pistola fue algo inesperado que en el corto plazo desnudó los vicios de la política. Y en el largo plazo, que en Argentina ya es hoy, se ve que nada cambia. Seguimos a la deriva.


Soft hard landing

30/05/2022

En EEUU finalmente la Reserva Federal empezó a ajustar las tasas de interés. Como escribiera el año pasado en diciembre la inflación no era un fenómeno transitorio y sorprendía la pasividad de la Fed para reaccionar. A pocos días del post, y con la inflación todavía creciendo al 6,8% anual, en la reunión del FOMC el lenguaje era del tipo «don’t worry, be happy».

Poco tiempo después y corriendo detrás de los acontecimientos (guerra en Ucrania, pánico en los mercados) la Fed comenzó a subir la tasa de interés en, hasta ahora en dos tramos, un punto porcentual. Es como que no cuadra la imagen navideña con la pascual: una aceleración de 0 a 100. ¿Es que nos vamos a estrellar contra la pared?

Por un lado hay argumentos para ser pesimistas. La Fed estuvo muy lenta en reaccionar y si bien hasta ahora las expectativas siguen ancladas en que la inflación baje en el largo plazo, para convalidarlas habrá que subir tanto las tasas este año que la economía seguramente entrará en recesión. Si la Fed hubiera reaccionado al menos tres meses antes la inflación no hubiera subido tanto y el esfuerzo necesario para bajarla al 2% no sería tanto.

Pero también hay argumentos para ser optimistas. Después de alcanzar la «inflación Fellini» (8 1/2) en marzo, el registro de abril fue levemente menor y todo indica que mayo también estará a la baja. Si los mercados le creen a la Fed que va a controlar la inflación, esta logrará este objetivo sin casi transpirar.

John Cochrane tiene un trabajo reciente («Inflation Past, Present and Future: Fiscal Shocks, Fed Response, and Fiscal Limits», documento de trabajo 30096 del NBER) en el que dice que la Fed reaccionó tarde a ante la inflación generada por un shock fiscal. Sin embargo, si la forma en que el mercado forma expectativas mira el futuro en lugar del pasado, el posible dominar la inflación con un breve período de tasas de interés reales positivas.

Cochrane resume este trabajo en una nota en su blog y el siguiente gráfico representa esta contracción monetaria virtuosa (el modelo que estima reproduce casi las proyecciones de la Fed con una tasa de desempleo que aumenta hasta el nivel relativamente bajo del 4% y con inflación debajo del 3% a partir de 2024).

Por otro lado Paul Krugman sostiene que ni EEUU ni Europa deben preocuparse por sus inflaciones, que vendrían a ser similares (yo he argumentado en el post del año pasado que en EEUU la inflación, en particular la núcleo, es más alta que en EU). Pero lo suyo es puro bla bla y fue un fuerte defensor de la expansión fiscal (si por él fuera el gobierno federal tendría que haber gastado más).

Le creo más a Cochrane que suele tener una visión más crítica del accionar de la Fed y que con un razonamiento bastante riguroso encuentra que, al menos en uno de los multiversos posibles, la política logra hacer suave el aterrizaje sin recesión (o recesión level, cual ola de Ómicron). Pronto se verá.


Should I stay or should I go

01/02/2022

La canción de The Clash suena fuerte en las usinas del kirchnerismo. Ayer el diputado Máximo Kirchner renunció a la jefatura del bloque del oficialismo en Diputados porque no apoya el (principio de) acuerdo con el FMI. Siguiendo el ejemplo de su madre utilizó una carta.

Sería más que incorrecto aferrarse a la Presidencia del Bloque cuando no se puede acompañar un proyecto de una centralidad tan decisiva en términos del presente y los años que vendrán. Algunos se preguntarán qué opción ofrezco. En principio, llamar a las cosas por su nombre: no hablar de una dura negociación cuando no lo fue, y mucho menos hablar de beneficios. La realidad es dura. Vi al presidente Kirchner quemar su vida en este tipo de situaciones.

Parece que la alegría del (principio de) acuerdo con el FMI le duró poco al gobierno. Algo a lamentar porque un acuerdo es bueno para el país, y también para el gobierno (y la oposición). El año pasado escribí este post en el cual decía que el gobierno podía sostener una dualidad de ejecutar el ajuste mientras lo criticaba.

Hay un rango de políticas y acciones en el cual se puede acordar un ajuste que Alberto Fernández y su gobierno defienda y Cristina y el kirchnerismo denuncie como una extorsión que no se puede evitar (indicando su deseo de volver a conquistar la independencia perdida). Lo importante será que todos los legisladores del oficialismo voten las medidas económicas que el presidente y sus colaboradores propongan. Porque la opción de la «gran Chacho» está fuera de ese rango mencionado: Cristina can’t have her cake and eat it too.

Por un lado el «peronismo racional» no querrá quedar como el único responsable del ajuste ni la oposición querrá apoyar el acuerdo cuando una fracción del gobierno no lo hace. En cuanto a JxC tendría que fijar una posición que acorrale a los díscolos kirchneristas y de paso ayude a formar consensos hacia adentro.

Primero habría que afirmar algo así como que se apoya cualquier acuerdo con el FMI que tenga el respaldo de todo el oficialismo. No es una carta en blanco. Al estar el FMI involucrado se tiene cierta garantía de racionalidad económica (sin soñar con que el peronismo entregue el poder con la macro ordenada). Al involucrar a todo el oficialismo se comparten los costos políticos del ajuste.

Luego habría que ver cómo plantarse en el Congreso para materializar esta postura. Lo que JxC debe evitar es que a la hora de votar los kirchneristas lo hagan al final y voten todos en contra, con el apoyo de la oposición asegurando el acuerdo.

Por ejemplo habría que supeditar el quorum a la presencia de toda la bancada oficialista en el Congreso permitiendo la ausencia de, digamos, tres diputados por viajes a Alemania o Disney (suponiendo que en la Cámara Baja se vote primero). Luego, habría que condicionar el accionar para que por cada abstención del oficialismo se retiren del recinto uno o dos diputados de JxC. Y por cada voto en contra cinco o más.

Finalmente, si no se pudiera acordar el orden de votación para que los diputados más ultras del kirchnerismo voten primero, ningún senador de JxC debiera dar quorum en caso que los K sorprendan y voten en contra una vez garantizada la media sanción.

Repito que el acuerdo es positivo para el país, el gobierno, y para JxC. Pero no hay que ser ingenuos y facilitar su sanción si no se compromete el voto favorable de (casi) todo el oficialismo. Todo ajuste tiene costos y no se deber permitir que el kirchnerismo (y de esta forma el gobierno, del que forma parte) eluda pagarlos. Que la canción de The Clash también suene en el Congreso.


Una política aerocomercial para JxC (deseo para 2022)

28/12/2021

Estas navidades Papá Noel le dejó flor de regalo a Aerolíneas Argentinas: Un decreto determinó que habrá precios mínimos y máximos para volar dentro del país. Estas palabras no suenan extrañas para la Argentina, habituada a decretazos y precios regulados. Pero están a contramano de la evolución global del sector aerocomercial.

Desde hace unos 40 años, comenzando por Estados Unidos, el negocio aerocomercial se ha caracterizado por una progresiva desregulación. Y en los últimos 30 años la norma es tener una política de cielos abiertos entre Estados que liberaliza el mercado reduciendo las intervenciones estatales. Esto llevó a un incremento significativo en el transporte de pasajeros y mercancías.

Como anécdota es gracias a esta política que puedo vivir en España y trabajar en otro país europeo (hasta fin de este año Dinamarca, a partir de unos días Italia), ya que hay al menos dos compañías aéreas prestando servicio y un ida y vuelta cuesta menos de 100 euros. Aprovecho para aclarar que mi nuevo trabajo es en la Universidad de Bologna.

En la Argentina, como dice Diego Cabot en esta nota de La Nación, «solo falta que los aviones despeguen y vuelen marcha atrás». Copio estos párrafos de la nota:

Como se dijo, la empresa tiene enormes subsidios, directos e indirectos. Además del cheque diario de 2 millones de dólares, el Estado perdona varios impuestos, que Aerolíneas Argentina no paga, o compensa. No termina todo ahí: la regulación la deja siempre mejor parada a la hora de estacionar sus aviones, bajar sus pasajeros y volver a partir. Y si alguna ventaja más se puede adicionar, pues también se da el lujo de mantener una deuda con el concesionario de los aeropuertos, al que le debe una importante suma de dinero.

Pese a semejantes ventajas, varias colegas se le animaron a competir. Flybondi y Jetsmart empezaron a abrirse camino pese a la adversidad de despegar con la pista inclinada. Primero, cerraron el aeroparque El Palomar, desde donde se abordaba para volar al interior. Después, habilitaron a los sindicatos, con la mano condescendiente del ministro de Trabajo, Claudio Moroni, para que fuercen a las dos compañías a firmar acuerdos y dejar sin efectos los gremios de empresas con las que nacieron las dos compañías.

Sin embargo, se mantenían en competencia. Entonces, el golpe certero: ya nadie puede ofrecer un pasaje por debajo del precio que el Estado decida. Vale acá un paréntesis. ¿Quién decide? ¿El presidente Alberto Fernández, que firma el decreto? ¿ El ministro de Transporte, Alexis Guerrera, que es el que tiene jurisdicción sobre el asunto? ¿El diputado Sergio Massa, que es el que tiene el manejo político de toda la cartera? Error, ninguno de ellos. El que pondrá precio y hablará por medio de la lapicera regulatoria será uno de los popes de La Cámpora, el senador Mariano Recalde, verdadero mandamás en el mercado aerocomercial argentino.

Aerolíneas Argentinas hoy es un monumento a la ineficiencia y ejemplo de la colonización de lo público por intereses políticos y personales. Como anécdota me cuenta mi hermano, que trabaja en turismo receptivo, que pidió le facturen exceso de equipaje para 120 pasajeros que llegaron del extranjero con valijas de 23 kg pero para viajar a Ushuaia el límite es 15kg. Hoy se enteró que le facturaron una maleta extra por pasajero (que obviamente cuesta más que el exceso de equipaje). El monopolio abusa, y si los afectados son extranjeros es un delito sin víctima. Porque no votan.

Aclaro que el objeto de esta nota no es Aerolíneas, o el populismo estéril del kirchnerismo sin recursos. Es interpelar a la oposición a que defina cuáles serán sus políticas de gobierno ya que el resultado de las últimas elecciones no fueron un cheque en blanco. Como escribí hace un mes, se necesita (los votantes lo requerirán) un programa de gobierno. Hay que conciliar posturas heterogéneas, y hacerlo sin un liderazgo definido.

Mientras trabajan en lo global, JxC debiera aprovechar los goles servidos en bandeja que le deja el gobierno para avanzar en áreas puntuales. Y el escandaloso decreto a la medida de Aerolíneas Argentinas es un claro ejemplo, máxime si tenemos en cuenta la manera en que JxC se manejó cuando estuvo en el poder.

Consensuar una política aerocomercial le serviría a la oposición de varias formas. Primero, le serviría para mostrarle a los votantes que se están preparando para volver al poder. Segundo, le daría a las compañías low cost que resisten en el mercado un incentivo a resistir los embates que sufren (y a terceros interesados motivos para estudiar entrar, o volver, al mercado). Tercero, al explicar cómo, cuándo, y cuánto se reducirán los subsidios explícitos e implícitos que recibe Aerolíneas le permitirá a un futuro gobierno de JxC enfrentar medidas de fuerza de parte de esta compañía diciendo «yo te avisé y vos no me escuchaste».

La pelota está en el campo de la oposición. Como se dice al comienzo de la película «Corre, Lola, corre»: “La pelota es redonda. El partido dura 90 minutos. Eso es un hecho. Todo lo demás es pura teoría. ¡Aquí vamos!”

¡Feliz año!

EXPOST: Domingo Cavallo en una charla en Twitter consideró que hay que volver a privatizar Aerolíneas Argentinas. JxC sigue en silencio de radio sin poder articular un programa de nada.


Camino al 2023

15/11/2021

Las elecciones de ayer transcurrieron como se esperaba. El domingo previo hice una encuesta en Twitter preguntando quien sería el ganador ayer. Mi intención era preguntar por el ganador en términos relativos a las PASO. La idea es que había argumentos para las tres opciones, JxC, el gobierno, y los libertarios. Sin embargo, como me olvidé la palabra clave «relativo» solo hubo votos para la opción JxC que claramente iba a ganar en términos absolutos. Como lo hizo.

La realidad es que JxC fue el claro ganador y se perfila para repetir el triunfo en 2023 logrando volver al poder después de cuatro años. La razón para estar tan confiado es que el gobierno no tiene recursos para comprar votos. Y con esto me refiero a que no tiene ni dinero ni relato. Daniel Gollán al pedir «platita» estaba al mismo tiempo matando la épica kirchnerista.

Se discute qué va a hacer Cristina. Como si solamente tuviera dos opciones: a) acompañar la política económica del gobierno, lo que implica suscribir un ajuste fiscal (condición necesaria para conseguir un acuerdo con el FMI), b) abandonar a Alberto Fernández a su suerte y oponerse al plan económico. Carlos Pagni en varias notas presenta esta disyuntiva (hoy la última) argumentando que

No es envidiable el dilema en el que Cristina Kirchner está atrapada. Nadie puede garantizarle una política económica que signifique que en los próximos dos años habrá una recuperación sistemática del salario real. Es decir: nadie puede garantizarle un programa que le asegure un triunfo presidencial para 2023. Si en ese momento está condenada, ella y su grupo, a pasar a la oposición, ¿por qué no hacerlo desde ahora? Sin embargo, esa ruptura con Alberto Fernándex la convertiría en «Chacho» Álvarez. La desencadenante de una gran tormenta.

Es cierto, las posibilidades de política económica que tiene un país sin crédito y sin stocks para confiscar (con la excepción de los depósitos bancarios, pero cuya expropriación precipitaría la caída del gobierno, recordar el corralito) se reducen a la administración del ajuste. A lo sumo a suavizar la velocidad con la cual se recorta el déficit fiscal y evitar que la inflación se espiralice a un nivel mucho mayor que el 60% actual.

Sin embargo, terminar su mandato de la mejor manera posible le permitiría al gobierno mejorar su posición de poder en el llano a partir de diciembre de 2023. Para ello, por un lado importan la cantidad de legisladores que se logren retener para influenciar en el poder real (en el Judicial mantendrá su impronta, recordar que la Corte Suprema supo ser un importante obstáculo para Mauricio Macri con sus fallos sobre la coparticipación y los aumentos de tarifas). Por otro lado importa la preservación del capital simbólico, pretender seguir siendo los representantes del «pueblo».

En esta disyuntiva el peronismo tradicional se inclinaría más por la primer variable, el poder real, mientras que Cristina estaría más interesada en lo segundo, la mística. Pero en gran medida no tienen porqué ser excluyentes. Hay un rango de políticas y acciones en el cual se puede acordar un ajuste que Alberto Fernández y su gobierno defienda y Cristina y el kirchnerismo denuncie como una extorsión que no se puede evitar (indicando su deseo de volver a conquistar la independencia perdida). Lo importante será que todos los legisladores del oficialismo voten las medidas económicas que el presidente y sus colaboradores propongan. Porque la opción de la «gran Chacho» está fuera de ese rango mencionado: Cristina can’t have her cake and eat it too.

Por esto creo que no habrá ruptura total del gobierno, sino la consolidación de dos vertientes que convivirán hasta las elecciones de 2023 y que recién desde el llano se distanciaran para ver qué prédica retiene más los votos en 2025. Cristina ya está jugada, pero el futuro de sus sucesores, Máximo y en menor medida Axel, depende de evitar un divorcio traumático.

En cuanto a JxC se especula que dada la ausencia de un liderazgo definido hay un peligro que las fuerzas centrífugas dividan la coalición en dos. Supongo que este razonamiento se basa en el espejo del oficialismo: unidos en la adversidad, bolsa de gatos en el poder. Pero le falta una reflexión importante a esta predicción: La enormidad de la tarea por delante (bajo el supuesto razonable que el gobierno no desarme en su totalidad la bomba, política que tampoco estaría dentro del rango arriba mencionado) es tal que se requiere un esfuerzo hercúleo, imposible de lograr con una mitad de JxC (y una mitad del peronismo). Se requiere TODO JxC, y algo más.

Que para gobernar a partir del 2023 JxC necesite estar unido no es garantía que las fuerzas centrífugas mencionadas no terminen dominando. Es necesario que las distintas facciones de la coalición articulen un programa superador de sus diferencias. Es lamentable que no hayan empleado siquiera una fracción de estos dos años para ello (ver nota del año pasado). El único que realizó una autocrítica (parcial) fue Mauricio Macri y se vió recompensado con cierto reconocimiento.

Puede Macri reducir su imagen negativa en un año como para pensar realistamente en ser el candidato de JxC? Lo dudo, pero sin duda seguirá trabajando en ello. En mi opinión lo mejor que puede hacer Macri, manteniendo la iniciativa como hizo el último año, es excluirse de la candidatura presidencial preservando una cuota importante de poder.

Supongamos que Macri proponga lo siguiente. Que la candidatura presidencial se dirima en internas entre un candidato del PRO (a surgir entre una interna previa entre, digamos Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich) y un candidato de la UCR (que surgiría de otra interna entre los varios radicales con aspiraciones). Según el resultado de la interna se dividirían los ministerios y otros cargos de peso institucional en un gobierno de coalición: Si el margen de victoria es menor a 10% el ganador pone los primeros tres ministerios, Macri los segundos tres (pactando la preservación para sí mismo del cargo de canciller), y el perdedor los siguientes tres. Se completan los cargos de a uno siguiendo la misma regla (ganador uno, Macri uno, perdedor uno). Si el margen de victoria es mayor a 10% se procede igual pero la elección inicial es por cuatro cargos, no tres.

De esta forma todos saldrían ganando. Macri conservaría una cuota importante de poder. El PRO seguiría siendo el socio mayoritario de la coalición, incluso si pierde la interna. Y el radicalismo sería, de mínima, parte importante de la misma (siendo que gran parte de su reclamo a Macri fue que su papel entre 2015-19 haya sido solamente legislativo).

Por supuesto que para lograr que esta alquimia funcione, las partes tienen que coordinar un programa de gobierno que les satisfaga sin importar quien esté en la Casa Rosada, ni cual sea la composición final del gobierno (obviamente esto determinará cómo y en qué grado se implementará dicho programa, el cual a su vez, como todo contrato incompleto, dejará algún margen para la discrecionalidad). A esta tarea se deben abocar desde hoy, sin perder tiempo. Porque para ganar las elecciones, y el poder, en 2023 importa no solamente ser «no peronismo», sino también devolver a los votantes una, aunque sea módica, esperanza que el país se pueda poner de pie.


Seguro de desempleo

21/10/2021

En Argentina se ha vuelto a discutir una reforma laboral. En particular hay un ante-proyecto (o globo de ensayo) que busca reemplazar la indemnización por despido por un seguro de desempleo.

Desde una perspectiva técnica los dos mecanismos funcionan igual, un trabajador que es despedido cobra una indemnización. Pero los incentivos de los empleadores son diferentes. En el caso actual la indemnización debe ser pagada al momento del despido mientras que con el nuevo esquema se paga durante la vida laboral del empleado con la contribución a un «fondo».

Me dirán que en la ausencia de fricciones los sistemas siguen siendo equivalentes pues nada impide a una empresa depositar el equivalente al incremento de la indemnización futura cada vez que el paso del tiempo implica un aumento en el derecho del empleado. Pero no vivimos en un mundo ideal, menos en Argentina.

Con el régimen de seguro de desempleo las empresas tendrían menos trabas para despedir a sus trabajadores y esto lo advierten los sindicatos, principales críticos del proyecto. Los autores del proyecto lo saben, pero valoran la flexibilidad que el régimen le daría a las empresas para ajustarse a shocks. Y suponen, creo correctamente, que las empresas no usarían el mayor poder para amedrentar a sus empleados: En un mercado competitivo las empresas explotadoras verían como sus trabajadores migran a otras.

Si es cierto que el cambio en el balance de poder podría reducir el promedio de los salarios. Pero estimo que el efecto sería cuantitativamente pequeño (extrapolando por cambios pasados en los régimenes laborales durante 30 años). Y si las empresas vieran que esta mayor flexibilidad les aumenta su valor (porque antes shocks negativos reducen sus pérdidas) incrementarán la inversión y por ende aumentará la productividad laboral y con ella los salarios.

Cómo habría que pensar este régimen de seguro de desempleo para que aumente la probabilidad de ser aceptado por los sindicatos y sea persistente en el tiempo?

Por un lado el «fondo» al cual se pagan las contribuciones no debiera ser un fondo privado. Lamentablemente en la Argentina caja que se crea es caja que se termina expropiando. Con el recuerdo de las AFJP fresco en la memoria es razonable pensar que el día que el Estado tenga una necesidad de financiamiento importante manoteé los fondos y asuma el pago de las indemnizaciones.

Por ello es preferible hacer al sistema directamente estatal: las contribuciones se pagan a un fondo público y este paga las indemnizaciones cuando se producen los despidos. Por supuesto que tiene que estar bien regulado para asegurarse que el fondo sea capaz de enfrentar estas obligaciones, y con incentivos para que el gobierno de turno no busque impedir despidos para hacerse de estos fondos (sobre esto ver comentario más adelante).

En el futuro si el país gana credibilidad se podrá pensar en «privatizar» el esquema para darle más profundidad al mercado de capitales doméstico. Pero hoy estamos a años luz de tener una macro ordenada y resiliente (también ver comentario más adelante).

Con respecto a la posición de los sindicatos, imagino que agregarle al sistema un componente que encarezca los despidos cuando hay fuertes shocks agregados podría ser la llave que los acerque a aceptar el cambio.

Nuestros sindicalistas, con todos sus defectos, (creo) son conscientes que a nivel micro es valioso que las empresas pueda ajustarse cuando enfrentan shocks. Entienden que la contracara es aumentar el empleo en el boom. Pero son muy aversos al riesgo agregado de pérdida de trabajo. De ahí la doble indemnización y prohibición de despidos que tuvimos estos dos últimos años, y también luego de la crisis de 2001.

Si el nuevo régimen estableciese, de manera automática, que las empresas deberían pagar una indemnización supletoria según las condiciones agregadas se crearía esta fricción para sostener el empleo en crisis. Por ejemplo, si en el mes que se producen los despidos el empleo a nivel agregado (a nivel nacional o puede ser regional, pero a mayor nivel que el provincial para provincias pequeñas) no cae no habría indemnización suplementaria. Si cae hasta X% la indemnización extra sería de un 20%, si cae 2X%, de un 40%, etc., con un tope en 100%.

Esto moderaría los despidos en una crisis y si los legisladores quisieran podrían establecer condiciones objetivas para prohibir los despidos. Lo cual ayudaría con el punto anterior ya que, como mencioné arriba, si los fondos de despido son administrados por el Estado habría incentivos a impedir despidos para usar los fondos en una crisis.

No se qué tan claro le queda al lector llegado a este punto en la nota. Pero encuentro difícil escribir sobre política económica para Argentina en este contexto volátil. Ideas que pueden ser provechosas para un 90% de la población naufragan por restricciones políticas y de grupos de interés. Como dice Carlos Melconian en una nota hoy en La Nación, donde nos advierte que nos esperan dos años de inestabilidad macro con alta inflación:

Vienen tiempos de administrar, de elongar la inestabilidad cambiaria-inflacionaria. No son tiempos de reprimir ni congelar. Tampoco son tiempos de un reacomodamiento nominal de variables “a la carga, Barracas” sin plan de estabilización detrás: dicho en otras palabras, no es momento propicio para tentarse con un “San Remes”, es decir, un “vómito desintoxicante a la 2002″: sería hasta contraproducente dado la actual inestabilidad política, macroeconómica, la pobre situación de reservas del BCRA, el país descapitalizado y la fuerte inercia inflacionaria. Ni hay margen para un “plan bomba” a la 2015, porque esta vez le estallaría antes al propio Gobierno. Son tiempos de políticas económicas para aguantar, de elongación y transición “a la Jorge Wehbe 1973 y 1983″. De surfeo, tener los pies sobre la tierra, sin buscar la heroica ni la irresponsabilidad de esconder la inestabilidad debajo de la afombra. 


Delta, y qué?

08/07/2021

Los medios necesitan despertar el interés de sus clientes para poder vender publicidad. Es su negocio. Por eso la proliferación de noticias sensacionalistas y exageración de hechos (la «prensa amarillista»). Ultimamente podemos ver esto con respecto al tratamiento de las noticias referidas a la variante Delta del coronavirus.

Es sabido que el Covid-19, como casi todos los virus, tiende a mutar con el tiempo. Las mutaciones son el resultado de cambios aleatorios en el código genético al ser copiado. Es el mismo proceso que en una escala de tiempo de millones de años produjo la variedad de vida (y al ser humano) en la Tierra. Solamente que los virus se reproducen con una rapidez que estas mutaciones se ven en días, no eones.

La variante Delta de identificó el año pasado en la India y se caracteriza por una mucho mayor tasa de contagio (el R0, el número de personas que un infectado contagia en promedio al inicio de la epidemia, sería de 7 en lugar de 2,4 de la primera variante del virus identificada en Wuhan). También tendría una mayor tasa de mortalidad, con el riesgo mayor por edad (lo que pasa con los jóvenes es que es más probable que se contagien que con las anteriores variantes).

Justifica la variante Delta el ruido mediático alrededor de ella? Si, si estamos en un país con bajos niveles de vacunación completa (ya que una primera dosis no reduce tanto el riesgo de muerte para esta variante como lo hacía con las anteriores). La Argentina claramente esta dentro de este grupo pues a la fecha solamente tiene el 10% de su población inmunizada (según estadísticas del Financial Times).

De hecho, uno puede interpretar la restricción a los viajes internacionales como un manotazo de ahogado del gobierno argentino que ve que se le viene encima un desastre. Su estrategia de vacunación confiaba en las estadísticas de inmunización parcial frente a las viejas variantes, y no cuenta con las segundas dosis debido a la especifidad de la Sputnik que usa diferentes componentes en sus dos dosis. Como diría Carlos Melconian, es un plan sanitario picapiedras. Pero Argentina no es el objeto de esta nota.

Lo que cuesta entender es el temor que los medios reflejan en sociedades donde la vacunación está muy avanzada. Por ejemplo, en el Reino Unido se critica la decisión del gobierno de proseguir con la reapertura de las actividades económicas (ver esta nota de hoy en The Guardian). Si bien parte de la crítica es porque el gobierno es de derecha y The Guardian es de izquierda, no deja de llamar la atención.

El tema es que si uno mira las estadísticas (por ejemplo las del FT linkeadas previamente). La IFT (infection fatality rate) ha caído drasticamente en el Reino Unido. El ratio de fallecimientos a infectados en enero era de 1,87/89,3=0,021 (donde el pico de infectados es el 9 de enero y el decesos el 23 de enero, o sea 14 días más tarde). Si miramos el estadístico equivalente a la fecha da un ratio de 0,03/17=0,0018 (usando el 23 de junio para infectados y el 7 de julio para muertes, i.e. el mismo lag que en enero). O sea que la IFT cayó más del 90%! Por supuesto esto refleja que Gran Bretaña ha inmunizado a más de la mitad de la población a la fecha.

Desde el comienzo de la pandemia he estado trabajando con un coautor en el estudio del diseño óptimo de las cuarentenas. En diciembre publicamos un documento de trabajo (CEPR 15541, ver resumen en VoxEU) en el que encontramos que bajo supuestos epidemiológicos y económicos usuales, y usando las tasas de infección y mortalidad iniciales, una cuarentena debería durar entre tres y seis meses y reducir la actividad en un 40%. Si ajustamos la tasa de mortalidad (y la tasa de infección) para tomar en cuenta la variantes Delta y los efectos de la vacunación, la reducción de la actividad óptima es de un magro 6%. Teniendo en cuenta que individualmente se toman más medidas precautorias está bien que el gobierno británico levante las restricciones. Es más, también debería incentivar a la gente a no ser tan cautelosa.

Tarde o temprano la gente se dará cuenta del mucho menor riesgo del coronavirus gracias a las vacunas, y la prensa amarillista deberá buscar otras historias para asustarlos.


Aprehender Aprender

21/06/2021

El gobierno nacional anunció que planea suspender las pruebas Aprender este año. Como reporta Infobae en esta nota:

El 72% de los alumnos termina la secundaria sin saber lo suficiente en matemática. Casi un 40% de los chicos tiene dificultades en lengua. Esos son los resultados de aprendizajes pre-pandemia, los de 2019. La suspensión de las clases presenciales durante casi todo 2020 y ahora durante parte de 2021, se da por descontado, generará un déficit profundo en los aprendizajes. Lo que no se sabrá este año es cuántos y qué contenidos son los que quedaron pendientes. El Gobierno decidió suspender las pruebas Aprender.

Se trata de pruebas censales que miden los aprendizajes de todos los alumnos en sexto grado de primaria y en el último año de la secundaria. Los chicos responden sobre lengua, matemática, ciencias sociales, naturales y, esporádicamente, sobre otras materias como educación sexual integral o educación cívica.

Nada que nos sorprenda del kirchnerismo. Medición que no gusta, termómetro que se rompe o mensajero que se mata. Tampoco sorprende que en octubre el ministro de Educación anunciara que este año las pruebas se iban a tomar para evaluar el impacto de la pandemia. Si algo caracteriza a este gobierno es desdecir hoy lo que se declaró enfáticamente ayer.

La no realización de las pruebas Aprender por segundo año consecutivo presenta dos problemas. Primero, como dice la nota de Infobae, no se podrá evaluar en qué áreas de aprendizaje el déficit es mayor. Tampoco se sabrá exactamente la naturaleza de dichos déficits. Uno puede en el agregado decir que el 40% tiene dificultades en lengua, pero las pruebas también sirven para ver si estas dificultados son en la lecto-escritura o comprensión de textos, por ejemplo.

En segundo lugar, el conocimiento que se adquiere en el colegio, en particular en la primaria, es acumulativo. Esto quiere decir que si los alumnos pierden terreno en 2020-21 por la pandemia, esto también se observará en las evaluaciones a realizar en 2022, 2023, etc. Es que acaso el gobierno evalúa también suspender estas pruebas? Es probable que hoy diga que no (y realmente lo piense). Pero la misma lógica que lo lleva a suspender las pruebas este año implica la persistente suspensión de las mismas (en términos académicos, la decisión es «inconsistente en el tiempo»).

Al margen debemos recordar que actores de peso, como los sindicatos docentes, se han mostrado historicamente en contra de las evaluaciones. Son muy conscientes que lo que en última instancia se está midiendo es su capacidad de enseñar, la que en promedio es muy baja.

Es interesante que en la última edición del Economist, que se publicó un par de días después del anuncio de la suspensión de las pruebas Aprender, dedica una nota editorial a la «tragedia latinoamericana de las aulas vacías». Copio algunos párrafos de una traducción publicada en El Mercurio:

La pérdida prolongada de aprendizaje empeorará los pésimos estándares educativos. Las pruebas internacionales PISA para jóvenes de 15 años en 2018 encontraron que en lectura, matemáticas y ciencias, los latinoamericanos estaban en promedio tres años por detrás de sus pares en el grupo de la OCDE de países principalmente ricos. Con las escuelas cerradas durante 13 meses, el Banco Mundial calcula que alrededor del 77% de los estudiantes estarían por debajo del rendimiento mínimo para su edad, frente al 55% en 2018. Esto tiene efectos a largo plazo. Incluso si solo se pierden diez meses de clases, el banco calcula que el estudiante promedio podría perder el equivalente a US$ 24.000 en ganancias a lo largo de su vida. Los más pobres, los de las zonas rurales y las niñas son los más afectados por el cierre de las escuelas, lo que agrava las ya amplias desigualdades en América Latina.

Muchos países latinoamericanos han realizado grandes esfuerzos para organizar el aprendizaje a distancia durante la pandemia… Esto no sustituye a la enseñanza presencial. “No todos los estudiantes aprenden al mismo ritmo”, dice Marco Fernández, especialista en educación del Tec de Monterrey, una universidad en México. “No pueden hacer preguntas ni recibir comentarios como lo harían en el aula”. Más allá de la pérdida de aprendizaje, los cierres de escuelas han traído costos emocionales y un gran aumento en el número de deserciones.

Las escuelas en muchos países de otras regiones reabrieron hace meses, con distanciamiento social, pruebas y limpieza a fondo. Aparte de la gravedad de la pandemia, hay varias razones por las que esto no ha sucedido en América Latina. Por lo general, los padres no se han mostrado interesados. En México, hasta que la mayoría de las personas se vacunen “pensamos que lamentablemente no existen las condiciones para un regreso masivo a la escuela”, argumenta Luis Solís, de la Unión Nacional de Padres, un grupo voluntario. Los sindicatos de docentes también se han mostrado reacios. En Argentina, cuando el alcalde de Buenos Aires intentó reabrir las escuelas en marzo, recibió la oposición tanto del sindicato como del gobierno nacional, su aliado. “No hay presión” sobre los gobiernos para que reabran, lamenta Fernández.

Los gobiernos podrían hacer mucho más para promover una reapertura segura mediante la información y la consulta. “A estas alturas, todos los países deberían haber hecho al menos un esfuerzo sustancial para abrir escuelas”, dice Emanuela Di Gropello, del Banco Mundial. “No estamos donde deberíamos estar”. Ponerse al día será un desafío formidable. Las escuelas necesitan evaluar rápidamente el nivel de cada alumno, organizar la enseñanza de recuperación y recuperar el tiempo perdido con clases los sábados y períodos más largos. 

Es cierto que los docentes deben evaluar el «nivel de cada alumno». Pero tener información sobre el efecto promedio de la pandemia en las áreas donde hay mayores déficits facilita esta evaluación individual. Y ver que compartimos esta tragedia educativa con el resto de América Latina no consuela, sino todo lo contrario: Hasta hace poco el país era líder en la región en materia educativa. Otro capital más que nos comimos.